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El pop-manga de Murakami tomará Versalles

El artista japonés expondrá en el Palacio de Versalles a partir del próximo 14 de septiembre, y hasta el 12 de diciembre

ABC

NATIVIDAD PULIDO

«Jeff Koons es un genio; yo, un simple payaso». Así lo confesaba a ABC el artista japonés Takashi Murakami en una entrevista con motivo de la gran retrospectiva que le dedicó el Museo Guggenheim de Bilbao en 2009. Ambos artistas son tan admirados como denostados. Ambos tienen legiones de fans en todo el mundo, casi las mismas que de detractores.

Y es que el trabajo de estos dos artistas no pasa desapercibido para nadie. A partir de septiembre tendrán algo más en común: haber expuesto en el Palacio de Versalles . En 2008 fue Jeff Koons quien «profanó» uno de los símbolos de la «grandeur» francesa. Ya decíamos entonces que si María Antonieta levantara la cabeza volvería a perderla del susto.

¿Cómo fue posible aquel «sacrilegio»? Pues gracias a Jean-Jacques Aillagon, que fue ministro de Cultura francés de 2002 a 2004 y presidió el Pompidou. Fue él quien puso a disposición del ex de Cicciolina los nobles salones y magníficos jardines de Versalles. Las arañas de cristal, porcelanas y tapices convivieron con sus esculturas inflables y sus esculturas más kitsch. ¿Quién no recuerda su langosta colgando del techo del Salón de los Espejos? Aillagon, ajeno a las numerosas críticas que hubo entonces, decía que a Koons le sienta muy bien Versalles, pues el palacio es barroco y el arte barroco era la versión del arte pop de los siglos XVII y XVIII. (???)

Elegancia y sofisticación

A partir del próximo 14 de septiembre, y hasta el 12 de diciembre, será Murakami quien siente sus reales en el palacio del Rey Sol. «Para un japonés como yo -ha dicho- el palacio de Versalles es uno de los mayores símbolos de la historia occidental. Es el emblema de una ambición de elegancia, de sofisticación y de arte con la que la mayoría de nosotros sólo podemos soñar. Por supuesto, entendemos que la chispa que encendió la pólvora de la revolución está directamente en el centro de este edificio. Pero, en muchos sentidos, todo pasa por un cuento fantástico de un reino lejano. Al igual que para los franceses puede ser difícil de recrear en sus mentes una imagen precisa de la época samurai, la historia de este palacio se ha desmoronado para nosotros en realidad. Por lo tanto, es probable que el Versalles de mi imaginación corresponda a una exageración y una transformación de mi mente hasta el punto de convertirse en una especie de mundo de los sueños en sí mismo. Eso es lo que he intentado plasmar en esta exposición. Yo soy el gato de Cheshire de Alicia en el País de las Maravillas, con su sonrisa diabólica y charlando mientras se pasea por el palacio».

«Soy el gato de Cheshire de Alicia en el País de las Maravillas paseando por el palacio»

Pero, ¿quién es Murakami? Pues, sencillamente, uno de los artistas de moda más cotizados del momento. Sus obras naïf, coloristas y kitsch (los mismos adjetivos que se le pueden aplicar a los trabajos de Koons), a caballo entre el manga, la animación, el merchandising y el pop, seducen a coleccionistas de todo el mundo. Su récord en subasta supera los 15 millones de dólares. Marc Jacobs lleva muchos años colaborando con él para sus campañas de Vuitton: buena parte de los complementos de esta firma de lujo están «murakamizados». Algunos de ellos llegaron a venderse en mitad de una exposición en el Museo de Brooklyn. ¿Se atreverá a hacer lo mismo en Versalles?

Denominado «el Warhol japonés», confiesa que se hizo artista tras ver «Saturno devorando a sus hijos», de Goya . La obra de Murakami está repleta de personajes curiosos. El más célebre, Mr. DOB, algo así como una versión manga de Mickey Mouse. también las Kaikai Kiki, flores sonrientes que se repiten en muchas de sus creaciones. Pero, sin duda, las más llamativas son Hiropon (una joven con grandes pechos de los que brota leche) y My Lonesome Cowboy (un joven desnudo que sostiene con sus manos su pene del que emana un remolino de semen). Posiblemente, se instalen en algunos de los salones de Versalles. De haberlo visto, María Antonieta hubiera perdido por tercera vez la cabeza... o se hubiera comprado un bolso de Vuitton diseñado por Murakami.

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