LA ÚLTIMA CIMA

Me imagino que la Ministra de Cultura no debe de saber quién es Juanma, y seguro que tampoco lo saben nuestros directores y actores habituales, a muchos de los cuales les asombrará saber que en España se ha rodado una peli cuyo protagonista es un sacerdote, y que es protagonista no por ser malo ni ridículo, sino por ser un buen cura, dedicado a Dios y a los demás.

Es una gran película: Juanma lleva el audiovisual cosido a su personalidad –él mismo es el mejor showmenque he conocido–, y a base de unas cuantas conversaciones con los familiares, amigos y conocidos del cura protagonista y unas pocas entrevistas a personas anónimas, la mayor parte realizadas entre la calle Colón y la Plaza de la Virgen, entrelazadas unas y otras por el hilo conductor que son las reflexiones del propio Juanma, ha hecho una película conmovedora, llena de humor, alegre a pesar de partir de un suceso tan triste como es la muerte de dos personas jóvenes, extraordinariamente sencilla, en la que bordan su papel todos sus actores y actrices, ninguno de los cuales lo es.

La última cima ha sido todo un taquillazo, convenientemente ignorado por el establishment del cine español y denigrado por los apparatchikde la cultureta progre liberadora que nos invade: la cartelera Turia la califica de «delirante», y lo más bonito que dice del film es que «se convierte en una apología de los valores más rancios de la Iglesia Católica, con una condena explícita del aborto y a favor del celibato sacerdotal». En fin, otra poderosa razón para ir a verla.