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Columnas / MONTECASSINO

Chantaje mafioso-sindical

Nuestros sindicatos, y especialmente sus liberados, se han convertido en un cáncer para las empresas públicas

Día 01/07/2010 - 11.24h
UN piquete informativo sindical informó en la mañana de ayer a cuatro trabajadores del Metro. Los informó tanto y tan bien que los cuatro tuvieron que ser hospitalizados con heridas y contusiones de diversa gravedad. Eso para que sepamos —los trabajadores del Metro que quieren trabajar y la ciudadanía— que aquí se trabajará a salvo cuando los sindicatos quieran. Chantaje sobre chantaje. Amenazas, agresiones y lenguaje bélico. El sindicalismo español renueva la cara. Se acabaron las amabilidades. Los líderes de UGT y CC.OO., Méndez y Toxo, defienden a los huelguistas y advierten de que si los servicios mínimos no les gustan en el futuro, los violarán. Y Santas Pascuas. La asamblea de ayer de los trabajadores del Metro y las intervenciones de los miembros de su comité de empresa no dejan lugar a dudas. Los sindicatos están ensayando con su huelga salvaje del Metro en Madrid una estrategia de secuestro de la sociedad para los próximos meses, de cara a la huelga general del 29 de septiembre. Ayer hubo más y peores amenazas. Como no se garantice la impunidad de todos los que han cometido un delito violando los servicios mínimos la huelga será indefinida sin servicios mínimos. «De reventar, vamos a reventar todos y para siempre». «Si hay un solo expediente, un solo despido, volvemos a la huelga total». Supongo que les sonará esa nada sutil forma de amenaza al Estado de Derecho. Algo así como «sí, por supuesto que hemos cometido un delito, y a mucha honra. Pero como las autoridades se atrevan a aplicar la ley y no nos dejen impunes, estamos dispuestos a cometer muchos y peores delitos en el futuro». El portavoz de los huelguistas parecía ayer creerse Feliks Dzershinski: «Si tenemos que entrara a matar, entraremos a matar». Grave es el grado de radicalidad primitiva y violenta de esos liberados sindicales, que no perderán un duro por la huelga y que están blindados contra el despido. Más ominoso es el apoyo expreso que han recibido de los líderes de CC.OO. y UGT. No estamos ante una salvaje tropelía de unos frikis del obrerismo violento, sino ante una estrategia de estas dos organizaciones, que demuestran que, llegado el caso de conflicto, es nulo su respeto a las leyes y a la representación democrática de la ciudadanía.
Lo cierto es que nuestros sindicatos, y especialmente sus liberados, se han convertido en un cáncer para las empresas públicas. Y que la sociedad española no puede tolerar esta toma de rehenes por parte de una minoría radical, financiada con dinero público, que actúa como una auténtica mafia en defensa única de sus propios intereses. Es buen momento para ponerse una vez rojo y no mil colorado y acabar con estos grupos de presión en las empresas.
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