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«Dentro de la cárcel no hay grises, sólo blanco y negro»

Jorge de la Hidalga, escritor y ex presidiario, publica la novela «vis a vis»

BLANCA TORQUEMADA

Su novela carcelaria no es una más.

-Escribo para el autobús y el metro.Creo que soy ameno y se me dan bien las descripciones, pero que nadie piense que se va a encontrar con alta literatura de Thomas Mann...

-Pero lo que cuenta tiene la fibra de lo vivido.

-Eso sí. Digamos que reflejo un ochenta por ciento de realidad y un veinte por ciento de ficción, y que recojo en parte la historia de mi familia a través del personaje de Ramiro.

-Porque usted, como él (y perdone), es un «pijo» que acabó entre rejas. Y un niño bien no debe de suscitar excesiva simpatía en el talego...

-No estábamos bien vistos. Lo que pasa es que tienes que saber adaptarte. Siempre me llevé bien con los funcionarios y con mis compañeros en el patio. Nunca me llamaron chivato, como a otros, porque vieron que los funcionarios no se enteraban por mí de lo que ocurría entre ellos, y, además, cuando me necesitaban para algo siempre estaba ahí... Era una bisagra cómoda para todos.

-¿Nunca chirrió?

-Tuve alguna pelea gorda, qué menos en cinco años. Pero también he hecho amistades porque ahí todo es muy intenso, convives las veinticuatro horas del día.

-Se desprende de su relato que la vida penitenciaria es más primaria que la del exterior.

-Es todo más sencillo. A menudo digo que allí los grises tienden a desaparecer, solo hay blancos y negros. Y las relaciones sexuales son una realidad cotidiana pese a que los módulos de hombres y los de mujeres estén separados...

-¿La gente se busca las mañas, más allá de los «vis a vis» regulados?

-Claro. Pese a que en esto el sistema penitenciario español es de los más avanzados. Por ejemplo, permite que una pareja de internos cuando lleva tres meses carteándose pueda solicitar un «vis a vis».

-No faltan en su libro las denuncias de corruptelas y abusos.

-He tratado de no narrar con gravedad los hechos, pese a que hay situaciones duras. Trato de que el lector lo pase bien. Es más informativo que reivindicativo. Para mí la cárcel ha sido una experiencia. No digo ni positiva ni negativa, simplemente una experiencia. Entré por culpa mía en 1998 y estuve cinco años. He pasado por todo: el internamiento, la libertad bajo fianza, la prisión provisional, el tercer grado... Además, he estado en ocho cárceles diferentes, por lo que conozco antiguos penales, como El Dueso, Ocaña o Burgos, y cárceles más modernas, como Herrera de la Mancha, Soto del Real, Zuera, Aranjuez...

-Menudo rosario de penitenciarías...

-He visto de todo. Hay directores de prisión que han formado ahí una auténtica satrapía. Aquí vamos de europeos, pero en muchas cosas somos aún república bananera.

-¿De tanto como vio surgió su web Infoprisión?

-Sí, porque cuando entré pensé que lo que tenía que hacer allí era salir cuanto antes, y para eso tenía que aprovechar el tiempo, portarme bien, no meterme en líos y apuntarme a todo. Me inscribí en la UNED para estudiar Historia, me metí en todos los cursos que había e hice también todos los trabajos remunerados y no remunerados. Y así aprendí un poco de Derecho Penitenciario y cómo funcionaban los órganos de gobierno de las cárceles. Me di cuenta de que con toda esa experiencia acumulada podía ayudar a otros. El 80 por ciento de la población reclusa después de condenada no sabe qué hacer y se come la condena a pulso. Muchos habrían salido uno o dos años antes si hubieran sabido los derechos que les asistían.

-Pero después del trullo lo más normal habría sido tratar de olvidar y pasar página...

-En general es así para quienes han estado en la cárcel. ¡Mi madre no entiende que yo siga con esto!

-¿Cómo ha rehecho su vida?

-Pues con mucha dificultad. Todos mis amigos me arroparon porque sabían que yo no era un delincuente, lo que ocurrió se debió a una situación puntual. Tenía tres empresas y lo perdí todo. Después de salir, he tenido claro que no quiero volver a ser empresario, solo me interesan las actividades sociales y culturales. Mi nivel de vida no tiene nada que ver con el que tuve, pero me trae sin cuidado.

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