Hazte premium Hazte premium

El legado de sangre de McChrystal

En la provincia afgana de Helmand renace la insurgencia tras cinco meses de infructuosa operación «Moshtarak»

MIKEL AYESTARÁN

MIKEL AYESTARÁN

Helmand es una especie de «úlcera sangrante» en el sur de Afganistán para la misión internacional, según la definición del general Stanley McChrystal, máximo responsable de las fuerzas americanas y de la OTAN en el país asiático hasta el miércoles. Su gran legado militar es la operación «Moshtarak» (que en dari significa «Juntos») lanzada el pasado 13 de febrero para intentar limpiar de insurgencia las zonas de Marjah y Nad Ali, núcleos de producción de opio situados a menos de treinta kilómetros de la capital de Helmand, Lashkar Gah.

«Desde entonces los combates no han parado, son cada vez más aislados, pero no pasa día en el que no se escuchen disparos y explosiones», comenta Sour Gol, un joven campesino de 19 años herido recientemente en el estómago y la mano tras ser sorprendido en medio del fuego cruzado entre talibanes y fuerzas de la coalición cuando trabajaba sus tierras.

Sour Gol se recupera junto a decenas de heridos en el hospital Bost de Lashkar Gah, el centro sanitario público más cercano, y el único, que atiende a las víctimas de la mayor ofensiva lanzada por la OTAN desde la caída del régimen talibán. Un total de 15.000 hombres, entre americanos, afganos, británicos, canadienses, daneses y estonios, se desplegaron en una zona que cinco meses después sufre un renacer de la insurgencia. David Petraeus encontrará en Helmand y en la vecina Kandahar su Faluya particular en suelo asiático.

El centro sanitario cuenta con 150 camas y su acceso principal está presidido por un gran cartel en el que se puede leer «Prohibido entrar con armas». Fue uno de los requisitos exigidos por la organización médico humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) antes de empezar a trabajar en la zona más convulsa del país asiático. «Nuestro objetivo es atender a los heridos y enfermos, nada más. Por eso estamos aquí y queremos que todas las partes del conflicto lo tengan muy claro.

Hemos negociado con los talibanes en Quetta, con el gobierno de Karzai en Kabul y con los americanos en Washington para poder hacer nuestro trabajo y esperamos abrir en el futuro nuevas misiones en lugares tan complicados como este», asegura el representante de MSF en Afganistán, Michiel Hofman. Como si de una consigna cualquiera se tratara, cada paciente o acompañante deja su arma en una habitación habilitada para ello en la que se guarda bajo llave y se le entrega una tarjeta numerada como justificante.

Personal sanitario local

Doce profesionales extranjeros trabajan mano a mano con el personal sanitario local. Además del apoyo en medicinas, «cada mes se paga un incentivo a los colegas afganos para que cumplan con sus horarios y se esmeren más en el cuidado de los pacientes», informan los responsables de MSF en Lashkar Gah. En los pasillos del centro los heridos tiran de la bata de los extranjeros y les piden ayuda hartos de los médicos afganos más interesados en sus clínicas privadas que en el trabajo en el centro público. Muchos de ellos han pasado antes por hospitales militares de la OTAN, pero no están habituados a la presencia de occidentales en sus hospitales públicos.

Los relatos de estos pacientes se corresponden con los últimos datos del informe de seguridad de Naciones Unidas que hablan de un aumento de la violencia y dibujan un campo de batalla sembrado de artefactos explosivos improvisados (IED por sus siglas en inglés), terroristas suicidas y tropas internacionales y afganas incapaces de hacer frente al factor sorpresa de la insurgencia. En las camas se reparten víctimas causadas por los dos bandos. Civiles heridos por acciones insurgentes y civiles que sufren las consecuencias del llamado «fuego amigo».

Los heridos se recuperan en una parte del hospital contigua al ala destinada a Pediatría en la que el Afganistán rural muestra la crudeza del problema de la desnutrición infantil. La malnutrición crónica afecta al 54% de los menores de cinco años. El 68% de los niños del país está por debajo del peso marcado para sus edades y el índice de mortandad entre las madres que van a dar a luz sólo es superado por Sierra Leona.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación