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Pajín, si lo sé no vengo

Tras su tortuoso empeño por ser senadora, su llegada ha crispado la relación con los grupos y cosechado sonoros fracasos

PALOMA CERVILLA

El «patinazo» de Leire Pajín en el Senado, al anunciar un día antes la derrota de la moción del PP para prohibir el burka —que después no fue tal sino que triunfó dejando a la intemperie a la senadora y secretaria de Organización del PSOE— ha puesto de manifiesto su peculiar orma de hacer política que, desde que llegó el 1 de diciembre de 2009 y hasta el momento, se ha saldado con un aumento de la crispación en la Cámara y una serie de fracasos de su estrategia política. El corajudo empeño por ser senadora (siete meses estuvo luchando por ello) no se ha traducido en un resultado positivo para el PSOE. Ahí están el callejón sin salida en que se han metido con el uso de las lenguas, que han tenido que frenar y limitarlo a las mociones del Pleno; la prohibición del burka y la reforma del Tribunal Constitucional, al aprobar la tramitación para cambiar la Ley Orgánica enviando la pelota al tejado del Congreso y obligando al PSOE a posicionarse

Secreto a voces

Lo que era un secreto a voces en los pasillos del Senado ya no se puede ocultar, como así o revela los testimonios recogidos por ABC de los grupos a los que Pajín utilizó «como cómplices» —así al menos se sienten varios de los protagonistas— para vender una supuesta derrota de la prohibición del burka, pero que después ignoró a la hora de presentar públicamente la enmienda firmada contra el PP. Lo hizo sola y ante su Grupo Parlamentario, de los demás firmantes, ni rastro.

La fracasada maniobra para tumbar esta iniciativa, que terminó por arrastrar al patinazo a los firmantes de la enmienda (Entesa Catalana, PNV y Grupo Mixto) ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia. Los comentarios no dejan lugar a la duda de lo que ha supuesto la llegada de Pajín al Senado

Traición

Desde ERC se critica la forma en que Pajín anunció el acuerdo para parar la moción del PP: «Estas cosas no se tienen que anunciar en solitario; ni apropiárselas

para echárselas en la cara al PP. Lo más lógico hubiera sido administrarlo todos los grupos y haber anunciado todos la enmienda». Fuentes de este grupo político reconocen que «las personas que negociaron la enmienda están muy molestas porque se precipitó. Ha habido poca reflexión y mucha precipitación». Desde ERC se censura también la actitud de CiU, pero admite que «se sintieron manipulados».

El BNG es aún más contundente en sus críticas al PSOE y a Pajín: «Era un acuerdo de todos y ella se quiso apuntar el tanto, actuando como si tuviera mayoría absoluta. Cuando se están en una minoría muy minoritaria, no se puede lanzar uno así». Los nacionalistas gallegos advierten a los socialistas de que «no nos gusta su comportamiento, que siempre den por hecho que tenemos que votar con ellos. Esta manera de actuar les ha llevado a darse este patinazo». Este grupo entiende que «todo el mundo quiere tener su minuto de gloria, su protagonismo político, pero la prudencia en política es muy importante».

CiU, el grupo que abandonó a Pajín en el último momento, la señala como responsable de la situación que se vive en el Senado: «Desde que ha llegado se ha complicado todo y se ha perdido el buen “feeling” que había con los portavoces tradicionales. Contraprograma constantemente el trabajo interno de sus compañeros, trabaja a golpe de titular y es un producto de laboratorio ideológico. Todo lo utiliza mediáticamente». Sobre la enmienda del burka, afirman que ha sido una «falta de ética democrática brutal y un engaño a los partidos, Nos sentimos manipulados».

Por su parte, el PNV reconoce que nunca se le comunicó la enmienda transaccional del PP y que han sido «los convidados de piedra. Nos sentimos traicionados». Igualmente, Coalición Canaria, a la que también se le ignoró, señala que «estamos molestos sobre cómo se ha resuelto este tema. Nos hemos sentido utilizados».

La estrategia de Pajín es cuestionada a izquierda, derecha y centro. El frente crítico con

los «modos Pajín» se extiende mucho más allá del PP, donde con ironía creen que, tras los fracasos cosechados, la «número tres» del PSOE cavilará el viejo aserto del arrepentido: «Si lo sé, no vengo».

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