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Velázquez muda la piel en el Prado

El maestro estrena nuevos espacios en «su» museo e inaugura una profunda reordenación de su colección, que casi pasa de incógnito

ERNESTO AGUDO

NATIVIDAD PULIDO

Velázquez, con nuevos ojos. No sólo el Prado le dedica nuevos espacios al maestro, sino que también se ha reordenado la colección del artista temáticamente de forma bien distinta a como se hizo en 1999. Con la «otra ampliación» del Prado, se está dando la vuelta a todos los fondos del museo.

Y ahora le ha tocado el turno a Velázquez, que luce nueva piel. Pero no ha habido, como cabía esperar y merece el pintor, presentación oficial y por todo lo alto de los nuevos espacios. Fuentes del museo aseguran que se quería esperar para presentarlos a que estuviera reordenado todo el contexto (las salas adyacentes de pintura española), lo que permitiría entender mejor al pintor. Pero ayer hubo un acto en la Sala XII (la entrega del premio Velázquez a Doris Salcedo, presidida por los Príncipes de Asturias) y para mañana Telefónica ha convocado una visita, nocturna y «en primicia», de las salas de Velázquez. Sea cual sea la causa, no es de recibo que Velázquez inaugure nuevos espacios casi de incógnito.

Lo primero que llama la atención es que ha desaparecido el entelado de las salas que se llevó a cabo en 1999. Ya entonces fue muy discutido que las obras de Velázquez colgasen sobre vistosas telas de Gastón y Daniela en un proyecto creado por el pintor Gustavo Torner. Pero las telas son muy sensibles al paso del tiempo, envejecen mal. En lugar del montaje que se hizo en el 99, dirigido a recrear espacios palaciegos, con paredes en tonos ocres y dorados, se ha optado por pintar las paredes de las nuevas salas velazqueñas en un verde oscuro para que se aprecie mejor la pintura, sustituyendo los tres entelados distintos de las salas. La nueva ordenación de Velázquez ha quedado distribuida en siete salas. La XII, «sancta sanctorum» del Prado, está ahora dedicada al retrato real. «Las Meninas» tienen nuevos vecinos. Si antes el cuadro estaba flanqueado por sendas parejas de bufones, ahora lo está por retratos de caza: «El cardenal-infante Fernando de Austria» y «El príncipe Baltasar Carlos cazador». Salen de la sala de honor del museo «Los Borrachos», «La fragua de Vulcano» y todos los bufones. En cambio, entran, por ejemplo, retratos ecuestres de la Reina Isabel de Borbón y el Príncipe Baltasar Carlos.

Otra de las principales novedades es que Velázquez volverá a la galería central del Prado, donde sólo ha estado en contadas ocasiones. Explica Javier Portús, responsable de la colección de pintura española del museo, que se ha querido colgar en este espacio una doble visión de la guerra, según Velázquez. Por un lado, «Las Lanzas» (versión oficial de un prestigioso hecho bélico). Como contrapunto, «Barbarroja» y «Don Juan de Austria» (dos bufones velazqueños caracterizados como héroes militares). Hay que recordar que el Prado tenía el proyecto de exhibir «Las Lanzas» en el antiguo Museo del Ejército junto a «Los fusilamientos» de Goya y el «Guernica» de Picasso en una sala dedicada a los horrores de la guerra, proyecto que finalmente echó atrás Cultura. Las tres obras de Velázquez antes citadas compartirán la galería central con la pintura veneciana (Tiziano, Tintoretto y Veronés) y la flamenca del XVII (Rubens, Van Dyck).

Portús explica a ABC las restantes nuevas cinco salas que el Prado dedica a Velázquez, y que enlazarán en el futuro, por un lado, con Zurbarán, Ribera y El Greco; por otro, con Murillo y la escuela madrileña del XVII. La Sala X estará dedicada a Velázquez y el naturalismo («Los Borrachos», «La Adoración de los Magos»). En la Sala XI se muestran las obras que hizo durante su primer viaje a Italia, como «La fragua de Vulcano». La Sala XIV queda reservada a la pintura religiosa de Velázquez. Su imponente «Cristo crucificado» ocupa en solitario una pared, recuperando toda su majestuosidad. Se ha querido potenciar el clima de meditación. Portús se halla especialmente orgulloso de la sala monográfica dedicada a los bufones de Velázquez (salvo los dos que cuelgan en la galería central), que, en su opinión, es un conjunto que tiene la misma calidad que algunas de sus obras maestras más conocidas. La sala reservada a su pintura mitológica (XVA), está presidida por «Las Hilanderas». El cuadro se muestra con un paspartú que tan sólo deja ver la parte original que salió de la mano del artista. Le acompañan «Mercurio y Argos», «Marte» o «El rapto de Europa», de Rubens, entre otras obras.

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