«El retrato de Dorian Gray»
POR JAVIER CORTIJO
Al amigo Dorian, de los Gray de toda la vida, le dejamos por última vez algo desubicado en medio de aquella Patrulla X pata-retrofuturista llamada «La Liga de los Hombres Extraordinarios». Sin embargo, ahora se planta como un tótem farruco en la cartelera para testificar dos de las tendencias maestras del cine contemporáneo: la alargada y «emo-tontigótica» sombra de la luna llena, y el desprecio por las materias primas literarias... Lee aquí la crítica completa.
«The Cove»
POR E. R. M.
No todos los documentales son del mismo género: los hay artísticos, sedantes, políticos, verdes, rojos y de todos los colores. «The cove» pertenece al género depredador: le muerde en la yugular a un asunto. Con aparato técnico de primer orden y con equipo agilísimo, audaz y obstinado como para atracar un casino de Las Vegas, le muestran al mundo imágenes espeluznantes de las matanzas de delfines en Taiji, Japón. El hilo conductor de la trama (a la altura de una de James Bond) es Richard O'Barry, defensor de los delfines tras arrepentirse de colaborar en la serie «Flipper». No deja excusas para la masacre, ni siquiera la de su uso como carne, pues su alta contaminación por mercurio hace que consumirla sea más o menos como comerse un cubo de termómetros. «The Cove» ganó un Oscar.
«Finisterrae»
POR E. R. M.
Conectada con el Sónar en el cuerpo de una imagen y en el alma de su director, Sergio Caballero, «Finisterre» es la cristalización fílmica de un sello: Eddie Saeta (o Luis Miñarro), una productora que no siempre encuentra pero constantemente busca. Con una masa argumental vaporosa, sutilmente naïf, «Finisterre» recorre un camino entre real (el de Santiago) y metafórico (de la muerte a la vida) con dos personajes ensabanados, dos fantasmas, que componen una intriga visual con ansia estética (la composición del plano es la línea gruesa y única del guión) a la que le añade extrañeza el idioma de los personajes, el ruso. La mezcla de voracidad poética y humor surrealista complacerá la curiosidad de cinéfilos, pero, al tiempo, puede resultar muy extravagante a un espectador más convencional.
«Vincere»
POR JOSÉ MANUEL CUÉLLAR
A la gente así se le ve enseguida la valía de sus ideas, su manera de hacer las cosas, con estilo, donaire y cierta elegancia. Esa manera de plasmar al Mussolini joven, esa forma de dibujarle mostrando atisbos de lo que ya se veía venir: un tipo duro, violento, de mirada tenebrosa y arisca, casi en la frontera de la demencia agresiva, está realizada con una maestría difícil de plasmar en cualquier celuloide... Lee aquí la crítica completa.
«La última estación»
POR FEDERICO MARÍN BELLÓN
Los últimos meses de Tolstoi no son los de un venerable anciano de barba valleinclanesca escribiendo en guerra y paz sus últimas líneas. Por lo que nos cuenta Michael Hoffman («Un día inolvidable», «El sueño de una noche de verano»), el viejo león se ve envuelto en diversas batallas, con las que sus 82 años no parecen congeniar. Para remate, en su retiro semicampesino, él mismo es incapaz de creerse los postulados de su recién creada religión, que además ha llevado a sus seguidores a la clandestinidad. En realidad, Hoffman se salta algún capítulo esencial —tiene todo el derecho a empezar donde le dé la gana— y simplifica la situación, no sin elegancia... Lee aquí la crítica completa.
«Crónica de un engaño»
POR E. RODRÍGUEZ MARCHANTE
El director de «Irish» y «Diario de un escándalo», Richard Eyre, tropieza aquí con un material geométrico muy cinematográfico, el triángulo, una historia sencilla que adquiere cuerpo complejo con una estructura embarazosa, de tiempos, espacios y sentimientos: el marido descubre la otra vida de la mujer cuando ésta desaparece y le deja una prueba, la punta de un hilo del que tirar, que lo conduzca de bruces a la verdad. Con más estilo que estilete, entra la película en un terreno que no es de intriga ni romántico, que no es drama ni comedia, pero que los aparenta todos... Lee aquí la crítica completa.























