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El jefe de la Iglesia turca fue asesinado al grito de «Alá es el más grande»

El jefe de la Iglesia turca fue asesinado al grito de «Alá es el más grande»

«¡He matado al Gran Satanás! ¡Alá es el más grande!». Ésas habrían sido las palabras que el asesino del obispo de Anatolia gritó desde el tejado de la casa del prelado tras haberle cortado la cabeza, según asegura la agencia de información religiosa Asia News, citando a testigos presenciales.

El pasado sábado, Monseñor Luigi Padovese fue salvajemente apuñalado y posteriormente decapitado en el porche de su casa por su chófer, Murat Altun, de 26 años. Tras el arresto, la Policía determinó que el asesino sufría desórdenes mentales. El Papa Benedicto XVI, quien dio por buena la explicación, se apresuró a pedir que no se condenase «a Turquía y a los turcos». Sin embargo, a la luz de los nuevos indicios, se teme que el crimen haya tenido una motivación política o religiosa.

Según Asia News -una agencia de noticias vinculada al Vaticano-, el abogado de la iglesia católica en Turquía, Ercan Eris, asegura que no hay ningún informe médico que haya determinado esta enfermedad del asesino. «Es imposible que se haya deprimido en un día», afirma Eris. De ser así, el crimen podría estar relacionado con el fundamentalismo islámico, o bien con la actividad de algunos grupos ultranacionalistas turcos, quienes identifican el islam suní con «lo turco».

Sin embargo, otros testimonios sí ratifican los problemas mentales de Altun, entre ellos el de su propia madre. «Llevaba dos meses con problemas psicológicos graves evidentes», asegura Sultan Altun, quien afirma sentir «pena por el obispo fallecido», aunque no por el encarcelamiento de su hijo. La monja franciscana italiana Eleonora de Stefano también ha declarado haber hablado con Padovese una hora antes de su asesinato, y asegura que éste mencionó estar intentando ayudar al chófer a lidiar con sus problemas.

Este no es el primer asesinato de un clérigo cristiano en Turquía. En febrero de 2006, en plena crisis de las caricaturas de Mahoma, el sacerdote italiano Andrea Santoro fue muerto a tiros en su parroquia de Trabzon, al noreste del país. En aquella ocasión, Monseñor Pavese declaró que «el hecho de que el asesinato se haya producido ahora no me parece una casualidad. Aquí hay un ambiente muy caliente y muchos islamistas fanáticos», aseguró.

Crímenes «rituales»

Del mismo modo, en abril de 2007, tres trabajadores de una editorial evangélica fueron brutalmente torturados y decapitados por un grupo de jóvenes radicales.

A finales de este mes tendrá lugar una nueva sesión del juicio por este crimen, que horrorizó a la Turquía laica, debido a la premeditación y al ensañamiento con que tuvo lugar. En esa ocasión, los ahora llamados «mártires de Malatya» (dos turcos y un alemán) se habían citado a las diez de la mañana con un grupo de muchachos musulmanes para que éstos «aprendieran un poco más sobre la Biblia». Los jóvenes se presentaron armados con pistolas y cuchillos, ataron a sus víctimas a unas sillas, y las torturaron mientras grababan la escena con sus teléfonos móviles.

Los asesinos habían traído toallas: sabían que habría mucha sangre, tal y como ha determinado el auto judicial. Los tres cristianos fueron destripados, castrados y apuñalados más de cien veces cada uno, antes de que sus gargantas fuesen abiertas de oreja a oreja. Los asesinos fueron capturados porque otro trabajador llegó a la casa en ese período y avisó a la policía. Desde marzo de 2006, otros tres sacerdotes católicos han sido atacados en Turquía, aunque no ha habido bajas mortales.

Ayer se oficiaron los funerales por Monseñor Padovese en Iskenderun. Está previsto que un nuevo homenaje fúnebre tenga lugar en Milán la semana próxima.

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