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Golpe policial a los estranguladores de chinos

Se ocultaban en la escalera del portal, en el ascensor o en cualquier recoveco del descansillo. En el momento en que su objetivo intentaba abrir la puerta de su domicilio atacaban. Sin compasión, cogían por la espalda el cuello de la víctima apretándole hasta dejarle inconsciente. Si el agredido oponía resistencia, no dudaban en golpearle violentamente hasta dejarle noqueado. Cuando el asaltado se encontraba tendido en el suelo sin conocimiento se llevaban todo lo que portaba de valor. Sus objetivos eran claros: los empresarios y trabajadores asiáticos del polígono industrial de Cobo Calleja, en Fuenlabrada.

Carmen (nombre ficticio de una de las ciudadanas chinas agredidas) vivió hace dos meses una agresión de este tipo. A día de hoy, el recuerdo y el miedo aún no le dejan dormir. Sin embargo, es de las pocas que quiere dejar constancia de lo sucedido. Era domingo. Su marido se encontraba en China. Después de terminar su jornada laboral en la nave donde trabaja se marchó a su domicilio con el dinero encima, algo habitual en los trabajadores de la zona. Carmen intentó chillar para pedir auxilio en el portal de su vivienda. Los atacantes le desgarraron el labio inferior al taparle la boca con estrepitosa fuerza para evitarlo.

Tuvieron que coserle el labio, pero antes de dirigirse a un hospital, esta empresaria asiática volvió a Cobo Calleja, desangrándose por la boca, para cambiar la cerradura de su establecimiento. Ya en el Hospital Infanta Leonor le dieron diez puntos. «Se llevaron el dinero, las llaves del coche, del local...», lamenta aún nerviosa. Carmen ha perdido la sensibilidad de la zona afectada. Estuvo un mes tomando líquidos. Aún se recompone de la lesión.

Miedo a seguir en España

Esta mujer quiere volver a Zhejiang, su ciudad de origen. Lleva más de una década en España. «Antes sufríamos agresiones en Tirso de Molina, casi todos nos hemos trasladado a Fuenlabrada y ahora los delincuentes vienen aquí. Me quiero marchar a China. En España hay mucha inseguridad. En mi país irían a la cárcel, pero aquí hay leyes muy flojas. Salgo atemorizada todos los días de trabajar. No hay semana en la que no ocurra algo. Cualquier día nos matan», manifiesta de forma acelerada. Parte de la pesadilla de estos empresarios de Fuenlabrada ha terminado.

La Policía Nacional ha detenido en las últimas semanas a cinco componentes de una banda, de entre 22 y 34 años, que se dedicaban a este tipo de asaltos. Cuatro eran marroquíes y uno, argelino. La investigación que llevó a cabo el Grupo I de la Policía Judicial de Fuenlabrada ha permitido dar alcance a estos individuos.

5 0.000 euros robados

Según fuentes policiales, los delincuentes quedaban en el domicilio de uno de ellos, en Vallecas. Juntos partían desde este lugar, siempre en el mismo vehículo, hasta Cobo Calleja. Escogían la última hora de la tarde para perpetrar sus actos.

Daban varias vueltas para evitar que nadie les siguiera. Ya en el polígono industrial, escogían a sus víctimas. Les perseguían en coche hasta su domicilio. En la puerta de acceso a la vivienda del comerciante se hacían con el botín después de ahogarles hasta dejarles sin aire. A estos cinco delincuentes se les imputan 21 robos con violencia consumados desde diciembre de 2009 hasta mayo de 2010. Según fuentes policiales se cree que podría haber más incidentes que no han sido denunciados.

La Policía Nacional estima que los estranguladores de chinos han podido hacerse con más de 50.000 euros en material sustraído, principalmente dinero, aunque también joyas y tecnología.

Por el momento, la Policía no ha podido recuperar ningún objeto. Los delincuentes magrebíes ya han pasado a disposición judicial. Se les acusa de delitos de lesiones y asociación ilícita. El cabecilla del grupo contaba con quince identidades diferentes en otras detenciones. Todos tenían más de quince antecedentes policiales cada uno.

Los comerciantes de Cobo Calleja respiran algo más tranquilos al conocer la noticia; sin embargo, denuncian que la inseguridad que padecen es constante: «Se ve a la Policía patrullar a diario, pero no es suficiente. No hay día en que no abran un coche para robar ni tampoco hay día en que no nos quiten la mercancía de alguna furgoneta», explica Jenifer, otra empresaria asiática.

Sin bolsos

Cristina, su hermana, cuenta que las mujeres ya no llevan bolso al polígono. «Si no, nos pegan el tirón». La otra cara de la moneda la representan los trabajadores españoles empleados en la zona. Según declaran algunos, ellos se libran de esta espada de Damocles. «Nunca nos han robado, pero somos conscientes de que a los chinos sí que les atosigan más», declara una joven dependienta española.

Xiaoxiao, otro industrial, se muestra pesimista frente a la realidad que les acontece en Madrid. «Entre la crisis, los gastos que asumimos y la inseguridad, muchos compatriotas están regresando a China». Xiaoxiao lamenta que tantas horas de trabajo como realiza este colectivo inmigrante se vean recompensadas con esta lacra social.

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