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El «eje» franco-alemán, una hipoteca

Merkel y Sarkozy se han topado con las divergencias de dos modelos económicos distintos / ABC

El futuro de Europa está hipotecado al diálogo muy tenso, rayano en el enfrentamiento, entre Alemania y Francia sobre todas las cuestiones económicas esenciales. ¿Cómo salir de la crisis monetaria? ¿Cómo evitar que la crisis de la deuda agrave las crisis políticas? ¿Cómo salir de esas crisis, superpuestas, para poder crear riqueza y prosperidad, evitando temibles llamaradas sociales...?

Los Tratados de Maastricht (1992), Niza (2000/2001) y Lisboa (2007), pusieron fin institucional a las convulsiones políticas que siguieron a la caída del Muro de Berlín (1989) y el derrumbamiento de la antigua URSS. Europa echaba los cimientos de una arquitectura institucional de nuevo cuño, dotándose de una moneda única, el euro, prevista desde Maastricht, que entró en vigor hasta el 1 de enero del 2002.

La crisis monetaria internacional que estalló el mes de agosto del 2007 desenterró con una cierta dimensión «volcánica» los problemas económicos de fondo, para una Europa envejecida demográficamente, víctima de un crecimiento anémico desde hacía varias décadas, incapaz de cumplir las promesas que ella misma había considerado indispensables para crear riqueza y prosperidad.

Desde el verano de año 2007, hasta hoy, todos los Estados miembros de la Unión Europea, y, en particular, los miembros de la zona euro, secundados por el Banco Central Europeo (BCE), han lanzado sucesivas iniciativas, no siempre fallidas, de salida en común de la crisis económica.

Cuando el estado de bancarrota virtual de Grecia amenazó con precipitar una crisis general del euro, los aliados monetarios anunciaron la creación de un fondo de rescate, común, de 750.000 millones de euros. Semanas más tarde, las negociaciones «técnicas» del proyecto continúan aplazando la puesta en pie definitiva del fondo, iluminando con precisión las diferencias existentes entre Alemania (y su área de influencia, Austria y los países del Este) y Francia (secundada por Italia, España, Portugal y Grecia).

Inauditos equilibrios

Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, como todos sus antecesores en la cancillería alemana y la presidencia francesa, hacen inauditos equilibrios para defender un «punto de vista común» sobre todas las cuestiones esenciales. Sin embargo, la crisis económica en curso ilustra con precisión clínica las divergencias históricas de dos modelos económicos diferentes, si no enfrentados, en el terreno concreto del análisis y soluciones a la crisis.

Nuevo modelo

Toda la política económica de Alemania, primera potencia continental, tras la reunificación, está minuciosamente regulada por las reformas constitucionales del 2003 - 2006 y 2007 - 2009. Esas históricas reformas son el corazón constitucional de la nueva Alemania unida. Francia y la Europa del Sur no acaban de comprender el alcance concreto que tiene el nuevo modelo económico / constitucional alemán.

Reformada su Constitución, en defensa de los principios económicos comunes, Alemania espera desde hace tiempo que Francia y sus aliados euromediterráneos respeten los mismos principios comunes. En vano.

Drogada con deuda pública, desde hace treinta años, Francia defiende históricamente un modelo económico radicalmente distinto, utilizando el gasto público con muy distintos propósitos: «relanzar el consumo» (Mitterrand), «grandes trabajos de interés público» (Chirac / Jospin), «salir de la crisis» (Sarkozy). Y, por momentos, pudo parecer que Alemania se dejaba arrastrar por la misma tentación de la deuda pública.

Fue la pareja Chirac/Schröder, entre los años 2000 y 2002, quien dinamitó el primer Pacto de Estabilidad. Pero fue el mismo Schröder, con su Agenda 2000, quién comenzó unas reformas de fondo, coincidentes, finalmente, con las reformas constitucionales que restauran la histórica visión económica de Alemania, para sí misma y para Europa: saneamiento de las cuentas públicas, ajuste del gasto a los ingresos, reducción acelerada de la deuda pública. La Constitución alemana obliga a cualquier gobierno a cumplir tales objetivos, con un calendario muy estricto, desde el año 2009.

Disciplina económica

Francia y el resto de países que pertenecen a la zona euro se adaptan tarde y muy mal a la disciplina económico / constitucional alemana. Nicolas Sarkozy ha prometido una reforma constitucional «semejante» a la alemana. Pero el proyecto Sarkozy es mucho más limitado y no comenzaría a aplicarse (si es que se hace realidad) hasta el quinquenio que comience el 2012. ¿Qué ocurrirá con el euro, hasta entonces?

A corto plazo, la laboriosa puesta en pie del fondo de rescate griego, con sus prometidos 750.000 millones de euros, solo compra tiempo. ¿Cuanto tiempo? La diversidad de los decretazos que se han puesto en marcha por los distintos países y los planes de austeridad presupuestaria tienen algo en común: están sujetos a incontables incertidumbres políticas, cuando Alemania reclama, en vano, el rigor que ella misma se está aplicando a través de su Constitución.

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