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Colombia pasa página con nota

Colombia pasa página con nota

El vídeo que circula en internet por estos días en Colombia dice. «El 28 de mayo, a las 12, sal a las calles, a las plazas, con pañuelos, camisetas blancas y banderas de Colombia y di «Gracias presidente Álvaro Uribe Vélez por (...)»» y sigue un listado de hechos que acontecieron durante los ocho años que ha durado su Gobierno. Uribe se retira con nada menos que un 73 por ciento de popularidad. Algo inaudito. Se irá con la frente bien alta.

En 2002, cuando triunfó prometiendo derrotar a las guerrillas y devolverle a Colombia la seguridad perdida -su lema fue «Mano firme, corazón grande»- este país andino acababa de terminar un proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Era imposible salir por las carreteras sin temer un secuestro o un atentado. Miles se fueron a otros países. Pesimismo, desamor. Uribe, atildado y aplicado abogado hoy con 58 años, empezó con un ejercicio simple pero fundamental: militarizó las carreteras y obligó a los colombianos a salir de nuevo, para bañarse en ríos, subir montañas, ver su país de nuevo.

Al incrementar la inversión militar -Colombia alcanzó el primer puesto en gasto militar de Latinoamérica con 11.428 millones de dólares, el 5% de su PIB- se vieron los hechos: las FARC pasaron de 16.000 hombres armados a 8.000. En un año, por ejemplo, las FARC perdieron alfiles claves en su comando mayor: murió Manuel Marulanda Vélez -alias Tirofijo, el guerrillero más viejo del mundo-; asesinaron en un bombardeo en Ecuador a Raúl Reyes -el canciller de las FARC-; o capturaron a peones claves como alias El Negro Antonio, el mayor secuestrador de Colombia.

Por el lado de los paramilitares de extrema derecha, que se fraguaron en los ochenta para combatir a las guerrillas, Uribe logró la desmovilización -no sin imperfectos, pues muchos se están rearmando de nuevo- de al menos 21.000 hombres. Sus líderes, crueles y sanguinarios que hicieron desaparecer cadáveres descuartizándolos y quemándolos en hornos crematorios, fueron extraditados a los EE.UU.

Con parte del cáncer bajo control, empezó la construcción. En ocho años se reactivó la inversión extranjera en Colombia -22,9% en los cuatro primeros meses de 2010 frente al mismo período del año anterior-, Colombia mejoró su imagen ante el mundo -85% menos de secuestros, 45% menos de homicidios, 10,8% más de turismo-, el crecimiento económico fue superior al 5% y las hectáreas de hoja de coca cultivadas se redujeron en un 16%.

Segundo mandato

Se volvió al optimismo y al sí se puede. Eso hizo que en 2006 Uribe fuera reelegido mediante una reforma constitucional que pasó sin tropiezos. Pero así como el primer periodo fue de brillos, el segundo fue de sombras. Aparte de complejos escándalos de corrupción y de lograr resultados sin importar el método -se demostró, por ejemplo, cómo desde el gobierno se espiaba a los opositores y cómo habían matado cientos de civiles para hacerlos pasar por rebeldes muertos- el país que recibirá el sucesor de Uribe tiene premuras quizás más complejas que instalar soldados y reforzar la inversión en el Ejército.

En una reciente encuesta sobre cuáles son las mayores preocupaciones de los colombianos en el siguiente gobierno que presumiblemente será dirigido por el uribista Juan Manuel Santos o el independiente del Partido Verde Antanas Mockus -los dos grandes favoritos en las elecciones del 30 de mayo-, el 52% pidió soluciones al alto desempleo (11,7%, el segundo de América Latina), el 25% mayor cobertura en salud y el 22% mayor acceso a la educación.

Y es que mantener a raya el conflicto armado tuvo un grave costo social. Un dato: el 50% de los 44 millones de colombianos están bajo el umbral de la pobreza. Álvaro Uribe Vélez es consciente. Y lo dijo en su despedida para luego agregar: «Ojalá que el próximo presidente los quiera la mitad de lo que yo los he querido».

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