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El predicador del Papa pide perdón a los judíos y a las víctimas de la pederastia

AP

JUAN VICENTE BOO CORRESPONSAL

ROMA. El predicador del Papa, Raniero Cantalamessa, pidió ayer perdón por haber herido «la sensibilidad de los judíos y de las víctimas de la pederastia, a quienes pido excusas y a quienes manifiesto mi solidaridad». Benedicto XVI presidió la Misa de Resurrección en la plaza de San Pedro, impartió la bendición «Urbi et orbi» y se retiró por la tarde a Castelgandolfo, donde pasará unos días de descanso.

En sus declaraciones al «Corriere della Sera», el padre Cantalamessa aseguró que «el Papa no sólo no inspiró mi homilía sino que, como todos los demás, la escuchó por primera vez en la liturgia del Viernes Santo. Jamás nadie en el Vaticano me ha pedido los textos por adelantado, y eso lo considero un gran gesto de confianza en mí».

Ante el creciente malestar

Después de que el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, se hubiese desmarcado de sus palabras, el padre Cantalamessa ha comprendido plenamente el malestar de los líderes judíos y de las víctimas de abusos, y se corrigió por completo, afirmando que «no creo que se pueda comparar el antisemitismo con los ataques a la Iglesia en estos días».

El predicador de la Casa Pontificia reiteró que «siento muchísimo haber herido la sensibilidad de nuestros amigos judíos. Si hubiese mínimamente imaginado que desataría esta polémica, jamás hubiese leído la carta de mi amigo judío», que llevaba a comparar, en la línea de «violencia colectiva», las críticas a la Iglesia y el Holocausto judío.

Después de una Semana Santa cargada de tensión, la jornada de ayer resultó mucho más serena, a pesar de la lluvia que deslució la Misa de Resurrección en la plaza de San Pedro. Por primera vez, la ceremonia incluyó un discurso inicial del cardenal decano, Ángelo Sodano, quien manifestó al Santo Padre la solidaridad de toda la Iglesia católica.

Comunidad de creyentes

Sodano le aseguró que «nos abrazamos en torno a usted, sucesor de Pedro, obispo de Roma y roca invencible de la Santa Iglesia de Cristo. El pueblo de Dios está con usted y no se deja impresionar por las habladurías del momento ni por las pruebas que golpean a la comunidad de los creyentes».

En la misma línea de volver las aguas a su cauce, el arzobispo de Canterbury y jefe de la Iglesia Anglicana, Rowan Williams, llamó por teléfono al arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, para disculparse por haber declarado a la BBC que la Iglesia católica irlandesa había «perdido de repente toda credibilidad» debido a los problemas de pederastia de sacerdotes.

Los últimos días han sido muy duros, y ayer resultaba un alivio escuchar el mensaje esperanzador del Papa: «La Resurrección de Cristo es una nueva Creación, como un injerto que regenera toda la planta». Pero al mismo tiempo advirtió que «la Pascua no es un remedio mágico. Del mismo modo que, después de cruzar el Mar Rojo los judíos se encontraron con el desierto, también la Iglesia después de la Resurrección encuentra siempre, junto con alegrías y esperanzas, también dolores y angustias».

El Santo Padre recordó en su homilía de la Misa de Resurrección varios problemas como el terrorismo, «el peligroso aumento de crímenes relacionados con el narcotráfico» en varios países latinoamericanos, la persecución de cristianos en Pakistán e Irak, y el sufrimiento de las víctimas de las recientes catástrofes en Haití y Chile.

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