Esta vez no optó por la retranca ni la ambigüedad gallega. Con evidentes indicios de que iba a ser condenado provisionalmente, el pontevedrés lo dijo todo: «Si puede, que demuestre su inocencia»
Actualizado Martes , 30-03-10 a las 14 : 38
Se le había preguntado sobre Jaume Matas, el que fuera ministro de Medio Ambiente con Aznar como presidente y Mariano Rajoy también en el Gobierno, durante esta corta semana de ebullición del «caso Palma Arena». Y el gallego había callado. Salió a la palestra Ana Mato, que para algo es la encargada de solventar las «movidas» regionales como secretaria de Organización Territorial del PP y dijo que sería el PP balear el que tomaría una decisión. Nuevo mutis por el foro.
Pero ayer, la evidencia pudo con el carácter ambiguo por naturaleza del jefe de la oposición. Rajoy conocía de primera mano que el juez José Castro, de Instrucción número 3 de Palma de Mallorca, tenía indicios más que suficientes para acusar a Matas de siete presuntos delitos de malversación de caudales públicos, falsedad documental, prevaricación administrativa, fraude a la administración, cohecho, blanqueo de capitales, un delito electoral y otro contra la Hacienda Pública, castigados con hasta 24 años de prisión. Así que, al ser interpelado de nuevo en una rueda de prensa en La Laguna (Tenerife), Rajoy pronunció el «si puede» más clarificador de la historia. Nunca dos palabras dijeron tantas cosas.

Estima personal, pero no lealtad a la punible praxis«Le deseo lo mejor [hay estima personal, como el líder popular ha mostrado en multitud de ocasiones, llegando a veranear en la isla mallorquina por invitación expresa del presidente autonómico] y que, si puede, demuestre su inocencia». Ningún popular en Génova cree ni creyó ayer tampoco, antes de conocer la fianza impuesta por el juez Castro para eludir la prisión directa para el balear, que pueda probar su inocencia. Su Palacete, en el centro de Mallorca, su lujosísimo piso en Madrid, su ostentoso patrimonio personal les han dejado poco lugar a las dudas.
Ante el hundimiento del petrolero «Prestige» frente a las costas gallegas, el Mariano que tuvo que sortear como pudo (desafortunados «hilillos de plastilina» empañaron su aterrizaje en el desastre ecológico) aquel «marrón» que no supo gestionar el entonces ministro de Medio Ambiente no ha salido esta vez en su defensa. Desde todos los estamentos y arcos ideológicos se le había pedido a Rajoy que fuese «implacable» con los casos de corrupción que salpiquen a su partido. Aún por resolverse el «caso Gürtel» -a pesar de la anulación de las escuchas ordenadas por el juez Baltasar Garzón, que podrían dilatar mucho la resolución de este proceso- y con Matas en el ojo del huracán de la corrupción municipal y autonómica, el gallego ha dejado a un lado la ambigüedad, consciente de que un «garbanzo negro» no puede acabar con el guiso cocinado en Génova para llegar a la Moncloa.

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