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La Mesa recibió del BNG casi 650.000 euros en subvenciones con el gobierno bipartito

La Mesa recibió del BNG casi 650.000 euros en subvenciones con el gobierno bipartito

El hermanamiento de la organización presidida por Carlos Callón con el Bloque en la dialéctica de oposición al decreto plurilingüe impulsado por el ejecutivo de Alberto Núñez Feijóo no era casualidad. La Mesa por la Normalización, que se presenta en su portal como una «plataforma independiente, plural y apartidaria», recaudó pródigas retribuciones con la coalición de socialistas y frentistas en la Xunta. En total, 695.309 euros entre el año 2006 y el primer trimestre de 2009; y, de esta cifra, 647.000 proceden de consellerías manejadas por el BNG.

El importe restante emana del departamento de Presidencia, que en la pasada legislatura tenía adscritas las potestades de Política Lingüística. La Secretaría Xeral, entonces de Marisol López, contaba entre sus asesores con Alberto Ansede, número tres de la anterior dirección nacionalista. La Vicepresidencia de Igualdad y Bienestar de Anxo Quintana fue la más dadivosa con la asociación, puesto que en 2007 proporcionó a la «oenegé del gallego» 223.140 euros, de los 385.912 que se embolsó. Ese curso, la centenaria Real Academia Gallega, que vela por los derechos de la lengua rosaliana y elabora la norma gramatical, ortográfica y fónica, percibió 260.381 euros, 125.531 menos que la MNL. En 2008 hubo una mengua, y un cambio de papeles. La RAG obtuvo 154.000 euros más que la «milicia» asentada en la compostelana Rúa do Vilar, aunque en el cómputo del período completo -2006/2009- al final acabe perdiendo la institución científica instalada en la coruñesa ronda Tabernas.

La Mesa cosechó 238.360 euros del erario público (233.000 de carteras del BNG) en 2008. El desglose de conceptos muestra dos fórmulas, acuerdos e introducción de publicidad en la revista «Longa Lingua», cuyo número cero se presentó el 26 de enero de 2007, con el bipartito en el poder, y de la que se editan 5.000 ejemplares cada mes. El balance es clarividente. El grueso se concentra en patrocinios de campañas sobre derechos lingüísticos de usuarios de empresas, contratos de promoción y divulgación del sector comercial gallego, abonos de servicios de fomento de actividad agraria, impulso de los productos agroalimentarios con denominación de origen, embutimientos de «A marea branca de Galiza esténdese», concienciación de la protección del patrimonio dentro del citado opúsculo, y anuncios de las viviendas en alquiler y del registro único de demandantes.

Las áreas quedan retratadas. Industria estaba en manos del nacionalista Fernando Blanco; Medio Rural, de su compañero Suárez Canal, y Vivienda, de Teresa Táboas. El ala del Bloque aportó a la MNL 342.000 euros de los 385.912 euros recibidos por esta entidad en 2007, el ejercicio más fecundo. Las modalidades son principalmente dos: convenios de colaboración repartidos en sucesivas mensualidades, e inserciones publicitarias en la mencionada publicación. Las cantidades referidas a este capítulo son, evidentemente, más pequeñas; pero su frecuencia es altísima. De hecho, en los tres primeros meses de 2009, las tres divisiones corresponden a acciones en «Longa Lingua»: 3.016 (publicidad), 11.865,52 (patrocinio), y 1.393,16 (difusión del patrimonio cultural gallego en este boletín). La suma última se queda en 16.274,68 euros.

La web del calificado por muchos colectivos como «organismo artificial subvencionado» o «apéndice lingüístico del BNG» muestra en el primer pantallazo el «Manifiesto por la Convivencia Lingüística y la Igualdad de Derechos para el Gallego», un texto con el que devuelve a la acción política de la que es afín los favores prestados, enfrentándose al futuro decreto plurilingüe con idénticas posturas a las del BNG. Es una atención que se añade a la de las cuatro protestas preventivas y a las concentraciones contra la política lingüística de la Xunta popular en trece municipios.

«Es un abuso de la normalización», decía Galicia Bilingüe acerca de las gratificaciones de la Mesa «sectaria». Se agarraba a que en el recetario de todo buen nacionalista está militar en la UPG (el sector más radical, conocido como los «upegallos»); en el BNG, lógicamente; y estar suscrito al semanario «A Nosa Terra» y a la Mesa por la Normalización. La norma no escrita es que los «bloqueiros» pongan de su bolsillo para este proyecto artesanal. La recomendación, claro, viene del aparato.

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