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Obama apura su capacidad de persuasión para conseguir la reforma sanitaria

Obama apura su capacidad de persuasión para conseguir la reforma sanitaria

En vísperas de la votación bastante definitiva para reformar el inviable sistema sanitario de Estados Unidos, la atmosfera en la Cámara de Representantes era comparada ayer con las horas previas a un estreno teatral. Grandes voces, nervios a flor de piel, dudas sobre si los protagonistas se saben sus líneas y toda la formidable presión anterior a que se levante el telón reflejada en una media de 100.000 llamadas telefónicas por hora recibidas en la centralita del Capitolio.

A modo de ensayo general, Obama se ha reunido este sábado con su grupo parlamentario en la Cámara Baja. El presidente les insistió para que voten a favor de la reforma más allá de interesadas consideraciones. Aunque el mismo ocupante de la Casa Blanca viene insistiendo en que su presidencia depende de la aprobación de esta ambiciosa iniciativa legislativa, que ha generado tanto la oposición frontal de los republicanos como una fractura dentro de las filas del Partido Demócrata. Entre dudas sobre costes disparados, excesivo intervencionismo y reparos en torno a la cuestión del aborto.

Por el momento, unos doscientos diputados demócratas han anunciado su respaldo al proyecto sobre la mesa. En virtud de la táctica parlamentaria utilizada para lograr una expeditiva aprobación, la iniciativa legislativa requiere de una mayoría simple de 216 votos. Lo que significa que la Casa Blanca dispone de muy poco margen de maniobra ante un Congreso donde el concepto de disciplina de partido suena literalmente a chino.

Para llegar al listón requerido, Obama ha apurado sus dotes de persuasión tanto entre sus correligionarios del Congreso como ante la opinión pública americana, recuperando su tono de campaña. En un auditorio universitario a las afueras de Washington, el presidente argumentaba el viernes que "hemos esperado lo suficiente y en cuestión de días la lucha que ha durado un siglo culminará en un histórico voto".

Ofensiva republicana

Con todo, ante la tensa polarización política desatada por el año largo de tramitación de la reforma sanitaria, el presidente juega con la ventaja de no tener que someterse a juicio de los votantes hasta el 2012. Mientras que un tercio del Senado y toda la Cámara de Representantes serán renovados el próximo mes de noviembre, entre grandes temores de los demócratas a perder sus actuales mayorías en ambas Cámaras del Congreso.

La oposición republicana, por su parte, ha empezado a preparar una campaña para intentar bloquear la reforma sanitaria, con tácticas que van más allá de la votación de este domingo. Entre las opciones barajadas figuran querellas, retos por parte de los Estados de la Unión dominados por los conservadores y hasta una iniciativa de repudio con ayuda de una elusiva súper-mayoría de 60 votos en el Senado.

Estos esfuerzos tienen limitadas posibilidades de prosperar pero los estrategas del Partido Republicano no ocultan su deseo de obtener réditos electorales, al motivar por lo menos a sus bases conservadoras durante el periodo de aplicación de la reforma que coincidirá con la campaña para las legislativas de noviembre. Aunque los demócratas insisten en que la popularidad de la reforma crecerá en cuento el público empiece a experimentar sus beneficios.

Diversos Estados han empezado ya a bloquear el requisito fundamental que impone la nueva legislación sanitaria para la gran mayoría de americanos: la obligación de adquirir pólizas de seguro médico, con ayuda de subvenciones si es necesario. Idaho y Virginia han aprobado ya legislaciones contra ese mandato, con similares medidas debatidas en Arizona, Missouri, Oklahoma y Tennessee.

En total, 38 Estados de la Unión han iniciado trámites para escaparse del requisito obligatorio de la reforma sanitaria. Sin embargo, dado el sistema federal americano, esas medidas están destinadas a no prosperar ante los tribunales. Ya que los Estados de la Unión carecen del poder para enmendar legislación federal mientras que el Congreso en Washington dispone de plena autoridad constitucional para dictar los términos de una reforma sanitaria.

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