Hazte premium Hazte premium

Barajas, refugio para decenas de indigentes

Aena reconoce que en la actualidad hay unos sesenta indigentes que pernoctan en las terminales

Barajas, refugio para decenas de indigentes

Por las cuatro terminales del Aeropuerto de Barajas (Madrid) pasa una media de 180.000 personas diariamente. Entre el continuo vaivén de pasajeros y trabajadores, unas 60 personas, según Aena, y más de un centenar, según trabajadores del aeropuerto, hacen de este lugar su morada. Arrinconadas en los lugares menos visibles de los cuatro recintos, casi pasarían desapercibidas si no fuera porque algunos de los que viven allí las 24 horas del día, en ocasiones, «montan el espectáculo», como dice uno de los operarios. «Hay una mujer que ha paseado desnuda dos veces. Otras se pegan y tienen broncas», añade. «Los que no molestan son los que vienen a pasar sólo la noche y se marchan por el día», matiza otra trabajadora. Según fuentes del aeropuerto, de estos últimos algunos tienen trabajo.

Muchos de los inquilinos permanentes han perdido la noción del tiempo en este inmenso lugar. Por desgracia, también el norte.

Renglones torcidos

Son los renglones torcidos de Barajas. Cada uno cuenta una historia diferente cada vez que se le pregunta cómo llegó a este lugar. Patricia, que lleva un año y medio en el aeropuerto, confiesa en un primer momento que su tía la echó de casa. En otra ocasión, que a su padre se lo comieron de pies y manos en el aeropuerto y está allí porque espera que le entreguen el cuerpo, aunque sin todas las piezas. También comenta que aguarda encontrar al amor de su vida en la T-4, la puerta de América, como ya le ocurrió en otra ocasión.

Sin embargo, las indigentes que más tiempo llevan instaladas en la T-4 son madre e hija que siempre han mantenido, durante dos años y medio, la misma versión: «Nos persigue la mafia infernal. Estamos las 24 horas amenazadas de muerte. Este es un sitio seguro. Zapatero y el Rey saben que estamos aquí. Somos un experimento humano», revela la progenitora ocultando su mirada tras unas grandes gafas. En el extremo sur de la T-4, Aena les ha facilitado un banco de seis plazas para que se acomoden. Es un lugar menos visible que frente a los mostradores de los operadores, donde antes se ubicaban. En un espacio de seis metros cuadrados estas dos mujeres apilan miles y miles de enseres en cajas y bolsas. «Hay mucho control con los equipajes y con las papeleras, pero en los bultos que acumula esta gente se podría meter cualquier cosa. Es un peligro», opina un trabajador.

Desde Aena informan de que en España, «en las zonas públicas, no se puede echar a la gente si no se quiere ir. Es una situación muy dura la que vivimos aquí. Trabajamos con todas las instituciones para intentar al máximo que esta gente consiga unas condiciones de vida dignas, pero estamos limitados».

El Samur social acude semanalmente para tratar a estas personas en función de su perfil, a veces, complicado.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación