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Un sacerdote por 73.000 euros

Un sacerdote por 73.000 euros

Contar con un sacerdote bien formado puede costarle a una diócesis una media de 73.000 euros. Al entrar al seminario, cualquier aspirante al presbiterado tiene por delante siete años de estudios eclesiásticos -equivalente a una licenciatura- y dos años o más de doctorado.

El coste anual de un seminarista que se forma en algunos de los seminarios diocesanos de nuestro país ronda los 7.000 euros anuales. Este importe incluye alojamiento, comida y la matrícula de la universidad, ya que frente a la disminución de los aspirantes al sacerdocio, muchos seminarios se han vistos obligados a prescindir de su propio claustro de profesores.

Un 34% tiene otros estudios

El proceso de capacitación, sin embargo, no termina en los estudios eclesiásticos. En un porcentaje cada vez mayor, nuestros presbíteros prefieren seguir formándose después de ser ordenados. Según una encuesta de la revista «21rs», el 33,5% de nuestro clero tenía en 2007 alguna otra formación académica complementaria, como una segunda licenciatura (30,80%) o un doctorado (2,70%). Obtener el máximo título académico puede llevarles como mínimo otros dos años y muchos prefieren hacerlo en el extranjero, preferentemente en alguna universidad de Roma, lo que supone otros 12.150 euros anuales (2.150 para la matrícula; 8.000, para el alojamiento, y el resto para libros, seguro médico y gastos varios).

El elevado coste que implica la formación de los seminaristas y sacerdotes es un esfuerzo colectivo que asume toda la Iglesia. Diócesis, fundaciones, fieles y hasta las hermandades y cofradías colaboran ingeniosamente para que ninguna vocación se pierda por falta de recursos.

El rector del Seminario Diocesano de Getafe, el padre Carlos Díaz Azarola, señala que la mitad de los jóvenes que se acercan a esta casa de estudios no puede pagar la totalidad de la contribución anual que solicita el seminario (4.300 euros) y que sirve para cubrir sólo una parte del gasto, mientras que un 15% necesita una beca completa.

Para poder subsistir, este seminario ha desarrollado numerosas iniciativas con el objetivo de ganarse el apoyo de la comunidad de fieles, de la cual depende el 75% de su financiación. Entre algunas de estas medidas está la «Red de Amigos del Seminario», que integran unas 3.000 personas, quienes no sólo colaboran con una suscripción periódica -que a veces no supera los 10 euros mensuales-, sino que además dedican un día al mes a orar por el aumento de las vocaciones. «La gente es muy agradecida. Muchos quieren colaborar porque un sacerdote en un momento difícil de sus vidas les ayudó y ahora quieren devolver lo recibido», apunta el rector, quien no quiere subraya que si bien la ayuda económica «es importante, tiene que ser signo de fe y de sentido de pertenencia a la Iglesia».

Alejandro Cantero, presidente del Centro Académico Romano Fundación (CARF), una asociación sin fines de lucro que nació en 1989 por iniciativa de miembros del Opus Dei con el objetivo de apoyar la formación de los seminaristas y sacerdotes, asegura: «Yo he pedido dinero en mi vida para muchísimas cosas, pero ninguna ha sido tan fácil como obtener dinero para la formación de los seminaristas y sacerdotes». En el curso 2008/09 esta fundación otorgó 434 becas y destinó 6,9 millones de euros, sobre todo para ayudar a seminaristas en países en vías de desarrollo, y no necesariamente vinculados al Opus Dei.

Más conciencia

Este médico de profesión señala que en España no se ha perdido la tradición de ayudar a los seminarios. «El número de personas que colaboran -apunta- aumenta cada año y cada vez hay más conciencia de la importancia de la formación de los sacerdotes para la Iglesia». Unos 8.000 católicos colaboran con la organización; 6.000 donan entre 200 y 250 euros al año y el resto entre 5.000 y 15.000 euros, además de las herencias y legados.

No menos relevante es la generosidad de las hermandades y cofradías andaluzas. Raro es encontrar alguna que no tenga becado a un seminarista. La Hermandad Esperanza de Triana de Sevilla, por ejemplo, destinó el año pasado 3.900 euros a este fin. «Es una costumbre que seguimos desde hace más de 20 años», dice Francisco Javier, miembro de esta hermandad.

Preocupados por las dificultades económicas que atraviesan los seminarios en los más de 1.077 territorios de misión que tiene la Iglesia, las Obras Misionales Pontificias han lanzado un programa de becas que van desde 350 a 2.000 euros anuales. Se trata de las vocaciones nativas, cuyo número se ha triplicado en África y ha aumentado un 125% en Asia.

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