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Lala Salma, la Princesa alauí que rompe moldes

La esposa de Mohamed VI ha modernizado la imagen de la Casa Real de Marruecos. Se ha convertido en un símbolo de apertura y emancipación de la mujer. Y en una figura muy popular en los medios

Lala Salma, la Princesa alauí que rompe moldes

En diciembre de 2009 salió a la calle el primer número de la edición marroquí de «¡Hola!», mensual con 30.000 ejemplares de tirada. Varias eran las preguntas que se hacían los consumidores de prensa rosa, sobre todo por el enorme peso de la familia real y por lo poco acostumbrados que están en el reino a una revista de este perfil. ¿Se amoldaría bien una cabecera de tanto renombre a un país donde la tijera de la censura sigue estando bien afilada y más en todo lo referido al todopoderoso Monarca? ¿Cuándo aparecería Lala Salma, esposa del Rey Mohamed VI, en la portada?

Ese momento ha llegado tres meses después, en el número cuatro. «Su Alteza Real Lala Salma. La consagración internacional de una Princesa que ya es leyenda», dice en portada el titular de un reportaje vendido como exclusiva. Detrás no hay un posado de la Princesa, ni fotos de su casa o de su vida privada, ni declaraciones. Se trata de las imágenes de un acto celebrado hace varias semanas en el palacio de Versalles de París con motivo de una entrega de galardones en la que se premió su compromiso en la lucha contra el cáncer y del que ya informó la agencia oficial Map con texto y fotos.

Pero Lala Salma, como fenómeno dinamizador de la Casa Real alauí desde que se casó con Mohamed VI en 2002, vende mucho. Genera interés en cada una de sus apariciones, su forma de vestir, su comportamiento en público, sus acompañantes... A la ceremonia de París acudió, como a la mayoría de los sitios, sin estar a la sombra de su marido. Allí fue fotografiada rodeada de glamour y vestida con un caftán tupido de pedrería.

Símbolo de apertura

«Se ha convertido en un símbolo de apertura, de emancipación de la mujer», explica Yasmine Belmahi, la periodista de «¡Hola!» que firma el reportaje. «Es una mujer con valores, alguien que puede ser un ejemplo a seguir», dice esta mujer que trabajó varios años en «Medina», otra revista del sector antes del desembarco de «¡Hola!» en Marruecos.

Salma es, además, un reclamo rentable. El último número del semanario marroquí «La verité» tira de ella con una fotografía en portada en la que mira sonriente al Rey con el titular «La revolución tranquila». En el interior, otra gran foto de Lala Salma, esta vez con Mohamed VI, Jacques Chirac y la mujer de este. Pero el reportaje no es sobre la Princesa, ni de lejos. Se trata de un gancho para vender lo que no es más que un análisis sobre la remodelación del código de familia marroquí.

La imagen de Lala Salma ha dado cierto barniz de modernidad a la Casa Real alauí, aunque, según distintas opiniones recogidas entre analistas que prefieren mantenerse en el anonimato, cuanto hace forma parte de una agenda programada desde dentro de Palacio. Lo corrobora Yasmine Belmahi al afirmar que todo esto «es también deseo del Rey».

Desde el principio su papel no tuvo nada que ver con el de Lala Latifa, la madre de Mohamed VI, oculta casi como si se tratara de una extraña. Eso sí, todavía dista bastante del de Rania de Jordania o, incluso, del de la difunta Diana de Gales, como algunos jóvenes reclamaban en las calles de Rabat durante los fastos del matrimonio real en julio de 2002.

Alteza Real

Lala Salma no ostenta el título de Reina, pero sí el de Alteza Real, algo a lo que no accedió su suegra. Y aunque su papel dista del de Doña Sofía, tiene a ésta como «maestra» en el desempeño de sus funciones. La complicidad entre ambas, con algún salto de protocolo por parte de Doña Sofía, se dejó entrever en las dos visitas que la Reina llevó a cabo a Marruecos en 2005.

Salma Bennani —nombre de soltera de esta ingeniera informática nacida en 1978 en Fez— no viene de las altas esferas sociales marroquíes, esas que se codean a diario con el «mahzén», el entorno palaciego. Afirman que el Rey la escogió con la idea de dar un vuelco a la imagen del pasado, tan vinculada al harén de palacio. «Evidentemente es Princesa, pero por su forma de ser representa a diferentes clases sociales», afirma la periodista Yasmine Belmahi. «Quienes trabajan con ella la describen como alguien ejemplar, natural y sencilla. Y no me lo dicen como un cumplido», añade Belmahi.

Tampoco escaparon a la polémica los primeros intentos de los marroquíes por saber algo más de la mujer del Rey. Al director de «Al Yarida al Ujra», una publicación ya desaparecida, le dieron un serio toque de atención cuando desveló ciertos «secretos» hace cinco años. La Princesa, de 58 kilos de peso, anda descalza en casa, a veces se sienta a comer con el personal del servicio, adora la ropa de Valentino y prefiere Channel o Dior para maquillarse y su plato preferido es el «tayín» (guiso) de carne con zanahorias.

Su papel se ha hecho mucho más visible tras ser elevada a la presidencia de la asociación de lucha contra el cáncer que lleva su nombre. Asiste a ceremonias, visita centros médicos o hace de anfitriona en Fez de Margaret Chan, la directora de la OMS, de la que la Princesa es embajadora de buena voluntad.

Mohamed VI y Lala Salma son padres de dos hijos. El Príncipe heredero Mulay Hasán nació en 2003. Su hermana, Lala Jadiya, en 2007. La actividad del Príncipe, como la de su madre, también se ha multiplicado en los últimos años. Y actúa éste cada vez con mayor soltura ante el público.

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