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«Bourne y Avatar son hijos de Irak y el 11-S»

Después de «Domingo sangriento» y entre el mito y el ultimátum de Bourne, el británico dirigió «United 93», con la que sobrevoló la tragedia del 11-S. Esta vez busca las armas que llevaron al mundo a una guerra de destrucción masiva

«Bourne y Avatar son hijos de Irak y el 11-S»

PAUL GREENGRASS , Director de «Green zone: Distrito protegido»

A Paul Greengrass (Reino Unido, 1955) no hay ni que formularle preguntas. Basta con mencionar Irak, encender la grabadora y este melenudo apasionado y apasionante (al menos como director) explica su última obra con tantos pelos y señales como permite el tiempo disponible. «Green zone: Distrito protegido» cuenta la lucha de un subteniente del Ejército estadounidense (Matt Damon) por descubrir la verdad, una vez que queda claro que lo de las armas de destrucción masiva era un cuento chino (o americano). Como reza el tópico y recuerda Greengrass, «en la guerra la primera víctima es siempre la verdad».

«Green zone» está inspirada en el libro «Vida imperial en la ciudad esmeralda: dentro de la Zona Verde de Bagdad», de Rajiv Chandrasekaran, ex corresponsal jefe del Washington Post en Irak. Con semejante título, es encomiable que a Greengrass sólo le lleve 115 minutos contarnos su película. El director, no obstante, se desmarca del texto, cuajado de elementos de tragicomedia: «El libro está muy bien escrito y contiene mucho humor. A veces recuerda a la película “Mash”, pero yo buscaba un thriller que transcurriera en Bagdad».

«Cuando empezamos a hablar —explica—, pensamos que un buen gancho sería la búsqueda de las armas de destrucción masiva, que fue el gran pretexto para la guerra. Así surgió el personaje de Miller (Damon), encargado de hallarlas con los datos erróneos que le proporcionaban los servicios de Inteligencia. Eso nos permitía formular la pregunta que todo el mundo se hacía, ¿dónde están las armas?, que además es un magnífico punto de partida para un thriller, la búsqueda de la verdad, en un viaje lleno de acción y de peligros. Después de varios meses de conversaciones, leí el libro de Rajiv, justo la pieza que faltaba para completar el puzzle».

El distrito de Bagdad en el que transcurre la acción es uno de los detalles sorprendentes que descubrirá el espectador. «Me fascinó encontrar este pequeño oasis en el que la coalición se había establecido, donde estuvo el palacio de Sadam», explica el cineasta. «Era un pedacito de América en medio de todo aquello, un mundo muy cinematográfico, con las palmeras y el mármol rodeados de tanta destrucción, y dentro de todo, las hamburgueserías».

Luchas de poder

Pero lo que de verdad llama la atención en esta película son las luchas de poder dentro del bando «de los buenos». «Estaban los pragmáticos y los idealistas, los neocons, el Departamento de Estado, la CIA, todos ellos peleando para determinar el futuro de Irak».

Forjado en la televisión y el documental, Greengrass empezó a llamar la atención con la excelente «Domingo sangriento», premiada con el Oso de Oro en Berlín. Pero sus grandes éxitos de público son dos de las tres entregas de la saga Bourne y «United 93». «Yo ya quería llevar a Bourne lo más cerca posible del mundo real sin dejar de hacer una película de acción. Viendo esas cintas tienes la sensación de que toda la turbulencia del mundo exterior llama a la puerta, como si el mundo real intentara invadir el de las palomitas», asegura Greengrass. El director añade que quiso hacer algo parecido en «Distrito protegido»: «Decidí llevar al mismo público a una película sobre la guerra de Irak, con las mismas sensaciones y con una estructura de thriller. Mi doble misión era enseñar mi propio viaje de descubrimiento y llevar una gran película de acción un paso más hacia el mundo real».

En el filme, la acción la desencadena el espíritu rebelde del personaje que interpreta Matt Damon: «Todos los ejércitos necesitan ordenes y obediencia, pero los soldados piensan tanto como cualquiera. Nada más llegar, los veteranos sabían perfectamente que no había armas. Nuestro asesor militar nos dijo que cuando llegó a una fábrica de sanitarios marcada como objetivo desconfió enseguida de los papeles de los servicios de Inteligencia».

¿Cuáles son las consecuencias de todo aquello? «Ocurrió algo muy grave. Se produjo una ruptura total en los lazos de confianza entre los ciudadanos y sus líderes políticos. El daño es duradero. Después del 11-S también se produjo esa ruptura y nació una paranoia, una paranoia de palomitas; de ahí nacieron Bourne, por ejemplo, y Avatar».

A todo esto, los medios de comunicación tampoco son inocentes. «Siento simpatía por ellos, pero creo que los periódicos fueron manipulados. Todo el mundo lo sabe ahora: no contrastaron suficientemente los datos que recibían. Es muy difícil para la prensa trabajar con políticos que se empeñan en mentir». Al mismo tiempo, Greengrass asegura que «en los últimos cuatro años hemos visto un nivel de periodismo muy alto, basado en buenas fuentes dentro de la administración. Es como si la prensa intentara recuperar su reputación».

¿Y ocurrió todo así? «La idea que queda es que hemos visto una historia más, que seguramente se parece mucho a lo que ocurrió de verdad».

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