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El ADN permite a la Policía capturar a uno de cada cuatro delincuentes

La base de datos nacional acumula ya 125.000 perfiles genéticos criminales; en 42.000 casos los autores son desconocidos pero el resto tienen nombre y apellido

El ADN permite a la Policía capturar a uno de cada cuatro delincuentes

Hace un par de semanas en los laboratorios de Policía Científica se obtuvo el perfil genético de un atracador recién detenido. Al introducirlo en la base de datos de ADN se descubrió que ese ladrón de poca monta era el individuo que había violado a una chica en 1999. Desde entonces se lo había tragado la tierra. Igual que en su día «engulló» a Tony King que sólo gracias a un perfil genético pudo ser encarcelado años después por asesinar a Rocío Wanninkhof, cuando ya se había condenado a Dolores Vázquez. Su ADN lo tenía además el Reino Unido por una agresión sexual y aquí ni nos habíamos enterado.

Desde entonces las bases de datos genéticas han ido engordando hasta convertirse en el monstruo actual: 125.060 perfiles genéticos de interés criminal esta misma semana. De ellos, 82.000 son indubitados, es decir, tienen nombre y apellidos, y 42.000 son dubitados o de origen desconocido -esta cifra corresponde a asuntos sin esclarecer, algunos cometidos por la misma persona-.

Especialidades a la carta

«Cuando introduces en la base de datos un perfil puedes seguir con exactitud la especialidad del delincuente: el que «hace» coches, farmacias, viviendas... Metes un determinado ADN y te aparece en el robo de 20 establecimientos y todos sin esclarecer», explica Carmen Solís, jefa de Servicio de Coordinación Analítica de Policía Científica.

Todos los laboratorios se han multiplicado en medios y personal, pero día a día se colapsan, lo que da una idea del ritmo de crecimiento. Hace nueve años había sólo 4.000 perfiles criminales almacenados y tres años después, poco más de diez mil. Esta evolución tiene mucho que ver con la regulación legislativa. Primero se reformó la ley procesal para dar cobertura jurídica a la investigación y en 2007 entró en vigor la norma que regula específicamente estas bases de datos.

La norma establece que la Policía Judicial tome muestras del sospechoso, detenido o imputado y del lugar del crimen; si el individuo no consiente, tendrá que autorizarlo el juez. La reseña genética se lleva a cabo en todos los delitos graves -los que afectan a la vida, la libertad sexual, la integridad de las personas-, así como en caso de robos y crimen organizado. Casi ningún delito queda fuera y este es uno de los actuales problemas. «La comisión nacional de ADN está intentando acotar un listado de hechos graves en los que quede un rastro genético. No tiene sentido sacar un perfil en un caso de prevaricación, por ejemplo, o en cualquier otro relacionado con blanqueo de dinero», puntualiza el capitán de la Guardia Civil José Manuel Fernández Nogueira, responsable de bases de datos de Biología del Servicio de Criminalística.

El ADN es todavía un procedimiento caro. Una muestra cuesta 25 euros si sale perfecta a la primera, pero eso no pasa casi nunca. La media está en 40-45 euros por muestra; en el caso de perfiles indubitados de detenidos se analizan por duplicado como garantía, así que todo es sumar.

Más caro que lo robado

No es infrecuente que valga más obtener un perfil que el objeto robado. Pero cercenar asuntos posibles es complejo. «En una ciudad pequeña se cometen quince robos en casas y la plantilla está perdida. Si lo resuelves con el ADN les has arreglado la vida», ejemplifica la inspectora jefe Solís. Ahora el empeño se centra en que las plantillas seleccionen las muestras con criterio, que modulen. El razonamiento es como sigue: ¿para que hacer una reseña genética de un delincuente al que ya tienes cogido por huellas dactilares?. Sin embargo, no se pueden arrinconar crímenes donde el ADN es crucial: agresiones sexuales u homicidios y, por supuesto casos de terrorismo.

La cifra de éxitos que se están consiguiendo también juega a favor del argumento de ADN para todo. La Policía está resolviendo el 22 por ciento de los casos gracias a esta herramienta de investigación, una cifra impensable hace una década. Sólo el año pasado salieron adelante 2.450 asuntos y se identificó a 2.017 autores de delitos: 194 eran agresiones sexuales, 140 homicidios y 13 delitos de terrorismo.

Frente a frente nos topamos con un trabajo que se sale de los límites de lo razonable -el mes pasado la Policía despachó 1.500 asuntos y la Guardia Civil recibe cerca de 500 peticiones de informe al mes-. A eso hay que sumar las zancadillas. Los agentes narran con disgusto cómo se topan con la actitud de ciertos jueces. «Hay alguno al que llevas la reseña genética de un detenido y te suelta que no tiene garantías. Te obliga a tomarle la muestra delante de él y a olvidarte de la primera, con el consiguiente gasto duplicado. Como la que te ordena un juez no consta en nuestra base, si esa persona vuelve a ser detenida la prueba se repetirá por tercera vez».

La otra cara de la base de datos de ADN es la de identificación de cadáveres o desaparecidos. En España hay 1.535 cuerpos anónimos. Entre ellos, muchos de los inmigrantes que se han ahogado intentado llegar a nuestras costas y a quien nadie ha reclamado. Desde 1998, en la base de la Guardia Civil, la Fénix, se han dado de baja 263 casos porque se les ha logrado poner una identidad. Del resto no hay con qué comparar.

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