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Las escobas olímpicas

El curling, deporte de hielo con esencia escocesa y que en España sólo cuenta con unas cien licencias para competir, es una especialidad en el que la compenetración y la estrategia son fundamentales

Hasta los creadores de los Simpson se han interesado por el curling, ese gran desconocido que atrapa a cualquiera ante el televisor por mucho que casi nadie sepa de qué va la historia. Resulta que Homer, con motivo de los Juegos Olímpicos de Vancouver, se pone a practicar este deporte en un capítulo que se ha emitido recientemente en Estados Unidos. «Da igual cómo, lo importante es que hablen de nosotros», explica Sorkunde Vez a ABC, responsable de curling de la Federación Española de Deportes de Hielo (FEDH).

Este deporte, que empezó a practicarse en Escocia a mediados del siglo XVII y que no llegó a España hasta hace una década, tiene un poco de todo. La zona de anotación es lo más parecido a una diana de dardos, se necesita la concentración del ajedrez y, para los ignorantes en la materia, se asemeja a la petanca aunque los puristas detestan esta comparativa: «Nos da mucha rabia, prefiero que lo comparen con el ajedrez ya que hay que pensar mucho más de lo que parece. En la petanca, la bola queda estática salvo que le des de lleno con otra y el curling tiene mucha historia», lamenta Sorkunde.

España está a años luz de las principales potencias del planeta. Dominan países como Escocia, Noruega, Suecia, Estados Unidos o Canadá, que tiene a más de un millón de practicantes con licencia y a una afición tan fiel que incluso llena pabellones. «Aquí, mucho es que vayan cuatro parientes o cuatro amiguetes a verte», comenta esta jugadora por accidente que se introdujo en el curling con otros padres para hacer tiempo mientras sus hijos practicaban patinaje artístico. Ella tiene una de las cien licencias de competición (cifra aproximada) que hay en España.

Una piedra de 500 euros

Condenado a transmisiones aisladas a través del satélite, el curling tiene el mismo problema que los otros deportes de hielo que se practican en España. Faltan instalaciones y, en el caso de esta especialidad, hay que tener en cuenta que el hielo que se necesita es completamente diferente al del patinaje o el hockey, pues la piedra necesita deslizarse. Sin embargo, se gana la simpatía de todos los aficionados. «A la gente le hace mucha gracia lo de la escoba», subraya la protagonista, una de las fundadoras del club Iparpolo en 2003. La escoba -de madera o de fibra de vidrio- es imprescindible para desplazar una piedra que ronda los 20 kilos (se construyen todas en Escocia con dos tipos de granito y cuesta cerca de 500 euros la unidad) hacia una zona de círculos concéntricos denominada «casa». El objetivo es acercar la piedra lo más posible al círculo interior.

Es mucho más difícil de lo que aparenta. Aunque se puede jugar a cualquier edad y tampoco es imprescindible tener un físico privilegiado, la psicología y la estrategia son fundamentales. Además, el curling es un deporte señorial en el que apenas hay gritos y en donde rige un código no escrito de respeto absoluto. Hay árbitros, pero apenas intervienen, y, como en el rugby, hay tercer tiempo. El que gana, paga.

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