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Mentiras modernistas

DICEN que Zapatero está triste, como la princesa de Rubén Darío. ¿Qué tendrá Zapatero? Razones no le faltan para su decaimiento. Confiaba para la redención de su empobrecida imagen -lo único que parece importarle de veras- en la explotación de la presidencia turnante de la Unión; pero los acontecimientos han invertido el valor de la coyuntura y, lejos de recoger laureles, tiene a su vicepresidenta segunda sembrando confusas explicaciones por las capitales de la Unión para aclarar que no somos Grecia y que en España se aproxima la primavera. Zapatero está pálido en su silla de oro y tan atribulado que ha incurrido en el más grave error en que puede caer un gobernante cuando, en una sesión de control parlamentario, utiliza en su defensa datos falsos, torticeros, para justificar su fracaso y tratar de engañar a los ciudadanos.

Dijo ayer el presidente que el nivel de Deuda Pública sobre el PIB era mayor de lo que es ahora en el último año de José María Aznar y, a mayor abundamiento, que el coste de la Deuda era superior en 2004 que en la actualidad. Dos afirmaciones tan gratuitas que se desmienten con facilidad. La relación entre Deuda y PIB ha crecido en casi 20 puntos y su coste ha saltado del 0,91 por ciento al 4,22: es cuatro veces y media más alto. No se trata de una sutileza malvada, ni de una envenenada comparanza que le ayuden al socialista a, como acostumbra, trasladarle a terceros la responsabilidad de su mala gestión. Es un invento puro y duro que, una de dos, acredita la endeblez ignorante con la que prepara su trabajo o evidencia su desprecio por unos votantes a la que supone dispuestos a comulgar con ruedas de molino.

No le va a la zaga su vicepresidenta principal, María Teresa Fernández de la Vega, que, por delegación presidencial, está presa en sus oros, está presa en sus tules, y, en un suspiro, es capaz de afirmar en sede parlamentaria que el Gobierno de Aznar trató de privatizar las pensiones. Mal está inventar la Historia de la Segunda República o la de la tremenda posguerra, que ya nos quedan lejos; pero inventar la última década, de la que todos somos testigos, es un síntoma tremendo de descomposición mental o moral, según se trate de un delirio o de un embuste. Razones tiene José Luis Rodríguez Zapatero para estar triste en el palacio soberbio que vigilan los guardas, que custodian cien negros con sus albardas. ¿Ferraz o La Moncloa?

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