«Si Millet se presenta a la Generalitat valenciana, gana» al desencanto de la corrupción actual

SERGI DORIA

BARCELONA. El novelista convoca los recuerdos en noches interminables y todavía le sorprende «que hubiera un tiempo mejor habitado por hombres con el extraño delirio de construir un mundo mejor».

El «Bulevard dels Francesos», que da título a la última y seguramente más ambiciosa novela de Ferran Torrent, no existe en el callejero de Valencia pero lo que es seguro es que los personajes que lo transitan existieron. Año 1962: tres jóvenes comunistas comienzan a dudar del discurso estalinista que todavía rige el Partido y la investigación de la muerte de una rica heredera provoca un choque frontal entre las dos ramas de la policía franquista: la Brigada de Investigación Criminal (BIC) y la Políticosocial.

Para escribir su novela, Torrent contó con la valiosa información de Amparo Sancho, exfuncionaria de la Jefatura Superior de Policía y desterró muchos tópicos sobre aquel tiempo. A diferencia de la Social, la BIC mantenía un rigor profesional, contaba con menos medios para sus investigaciones y tenía más consideración con los presos detenidos por causas políticas.

Seis años de escritura

Después de seis años de darle vueltas a la trama, el escritor valenciano confirmó que, a ciertas alturas de la vida, «la humanidad de las personas importa más que la ideología» y desveló las sombras de la clandestinidad comunista: «El fanatismo ideológico hizo mucho daño, porque la condición humana se supeditaba al Partido. El PCE utilizó a los maquis para traicionarlos después», afirma.

Un «Bulevard dels Francesos» contemplado en dos planos narrativos: entre los años sesenta y el desencanto que el novelista resume con una frase lapidaria: «Éramos ingenuos y somos perdedores». Tal fatalismo no le impide exprimir al máximo la vida: «Entre las pastillas contra la depresión y una copa de vino prefiero lo segundo», ironiza. Movido por la intuición, Torrent sigue siendo crítico con la sociedad valenciana -«Millet se presenta a la Generalitat y seguro que gana»- pero la madurez le provee de conmiseración hacia las flaquezas humanas, aunque resulte políticamente incorrecto: «Algunos delincuentes poseen un código moral más consistente que mucha gente nacionalista de izquierdas que conozco». Ahí queda eso.