Pozoblanco: Pólvora para celebrar la vuelta
QUERCUS Muchas familias tuvieron que acudir en autocar
Lunes , 08-02-10
Apenas había ayer un metro cuadrado libre junto al santuario de la Jara. Nadie quería perderse ni un segundo del evento que, un año más, congregó a miles de devotos en la romería de la Virgen de Luna. Los fieles acudieron al enclave para acompañar a su patrona y celebrar su regreso al municipio pozoalbense.
La fiesta, que se celebra desde hace siglos, se caracterizó por folclore, devoción y entusiasmo y expresó su carácter religioso y militar.
Los rituales empezaron de madrugada, cuando el Sargento de la Cofradía, acompañado por el Tamborilero y el Ordenanza, salió por las calles del municipio para llamar a los cofrades en sus domicilios y reunirlos en la Casa de la Cofradía.
Recogidas la bandera y las armas, los hermanos se dirigieron, junto con las autoridades, hacia la parroquia de Santa Catalina, donde pidieron permiso al párroco para ir a coger la Virgen, realizando en momentos simbólicos las tradicionales descargas de las armas.
Alrededor de las 8.00 horas, comenzaron el recorrido de catorce kilómetros que los separaban del santuario. En torno a las 11.00 horas salió la Virgen y a continuación se celebró una misa en el recinto exterior de la ermita.
El tiempo transcurrido entre la celebración de la Eucaristía y la marcha de la Virgen hacía Pozoblanco, hacia las tres de la tarde, dejó paso al rito gastronómico de cada año. Las familias y amigos se reunieron para degustar los productos propios del Valle de los Pedroches regados con buenos caldos de la tierra en un ambiente de hermandad y fraternidad.
Nada, ni siquiera el tiempo algo revuelto que dominó la jornada, consiguió acabar con siquiera una pizca de la ilusión de los devotos.
Entre vítores y melódicos cantos, los costaleros mecieron a la Virgen, acompañando, además, de las descargas de pólvora de los hermanos.
Investida con el bastón de alcaldesa perpetua y las llaves de la ciudad, recaló en Santa Catalina, donde permanecerá cuatro meses. Será entonces cuando la imagen será entregada a Villanueva de Córdoba para que todos sus hijos jarotes puedan custodiar a la Virgen otro periodo de tiempo igual.
Ritual de ida y vuelta
La Virgen pasa cuatro meses al año en su ermita, ya que los restantes se los reparte equitativamente entre Pozoblanco y Villanueva de Córdoba.
Según la tradición, en época de la dominación musulmana la Virgen se apareció en el hueco de una encina de la dehesa de Navarredonda a un pastorcillo, manifestándole que se le construyese una ermita en el paraje.
Asimismo, pidió que se fundara una cofradía de fervorosos cristianos para que fueran al santuario en romería y la trasladasen en procesión hasta la villa.

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