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Un extraño en casa

Un extraño en casa: para expresar el sentimiento de paranoia típico del thriller clásico, más efectivo que imaginar un acoso externo es situar la amenaza dentro. Y más dentro que en tu casa, y en tu cama, es imposible meterse: es lo que hace el villano Dylan Walsh al seducir a la recién divorciada Sela Ward. No revelamos nada en plan: la primera secuencia nos muestra el modus operandi de este Monsieur Verdoux menos seductor que el de Chaplin. Así, el espectador sabe desde el principio lo que a la sufrida familia invadida por este topo del mal le lleva más de una hora averiguar. Saber más que los personajes: otra regla de oro del thriller, en su hitchcockiana variedad de suspense. McCormick se sabe las reglas y las sigue como un alumno aplicado; pero no consigue insuflarle vida alguna a su monstruo de Frankenstein hecho de retales del género. Le falta la electricidad que fusione los trozos robados del panteón del cine: le falta talento, oficio, tener algo que decir.

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