«Hay secretos con los que se puede vivir, pero no morir»
SERGI DORIA
BARCELONA. Son dos horas de lectura sin pausa. Ciento cuarenta y una páginas de emoción. La misma emoción que sintió Flavia Company (Buenos Aires, 1963) al escribir «L´illa de l´última veritat». Se enfrentó a la historia «con la misma ilusión que tenía a los quince años, cuando era una lectora apasionada. Una pasión por la literatura que no conoce horarios ni condiciones, como cuando te enamoras».
Una historia que surgió de una amistad marinera. A Flavia le gusta navegar y uno de sus mejores amigos de travesía se topó un diagnóstico que le enfrentaba a una muerte próxima: «Le prometí que escribiría una novela que lo curaría... Al final salió adelante», recuerda.
El sentido de la vida
«L´illa de l´última veritat» se iba a llamar en principio «La promesa». No era un buen título, objetó el editor de Proa Josep Lluch. La historia nació antes del abordaje del pesquero vasco «Alakrana» por los piratas somalíes. Víctima de un asalto corsario, el doctor Prendel naufraga en pleno Atlántico y desaparece durante cinco años. Va a parar a una isla ignota donde habrá de compartir los días con uno de los piratas que le atacó. Nunca querrá hablar de aquel paréntesis de su vida, hasta que decide confesar a su última amante la experiencia: «Hay secretos con los que se puede vivir pero no morir».
Deudora de Stevenson, Conrad y «La pell freda», de Sánchez Piñol, Flavia Company urde una novela de aventuras que bebe de la tradición decimonónica para comprender el siglo XXI. Su protagonista, explica, «encarna el viaje interior por excelencia: porque estar vivo es seguir soñando».
Admiradora de obras como la conradiana «El copartícipe secreto», a la autora de «L´illa de l´última veritat» le interesa más la singladura que el puerto de destino. «L´illa de l´última veritat», recalca, es, ante todo, una reflexión sobre nuestras relaciones con los otros y la construcción personal de nosotros mismos: «Somos, a la vez, lo que queremos ser y lo que los demás esperan de nosostros. Construimos la identidad personal como ficción».
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