Gaspar Llamazares ha puesto el grito en el cielo. El miércoles pidió explicaciones a la embajada de Estados Unidos. Está indignado por la utilización que ha hecho el FBI de una fotografía suya para elaborar retratos-robot de dos terroristas. Y por si fuera poco, tampoco le ha sentado bien que su imagen haya servido para que un mexicano ilustre en la red la mejor fórmula para borrar la cabellera en el ordenador a una persona.

El diputado de IU ha recibido incluso disculpas de un representante de la sección consular americana y de un agregado del FBI: todos han explicado que se trata de un error cometido por el especialista en confeccionar retratos-robot, a quien no se le ocurrió otra cosa que acudir a Google para hallar rasgos de una persona distinta, ya que no le gustaban los que guardaba el potente archivo del FBI. El parlamentario quiere una investigación «seria», de cuyos resultados debe informarse al Gobierno.

Lo del FBI es una tomadura de pelo. Literal y sin pedirle permiso. Mediante el photoshop, los expertos de la agencia de inteligencia de Estados Unidos injertaron la cabellera del político español en la imagen de Bin Laden. El resultado de la cruel chapuza fue distribuido por la agencia norteamericana por todo el mundo bajo el epígrafe de «Se busca», lo que provocó un general revuelo y alguna que otra sonrisa entre el público en general, dado lo chusco del montaje.

Disculpas oficiales

Y Llamazares se enfadó, claro. Montó en cólera. Arremetió contra el FBI en una rueda de prensa algo delirante, porque incluso llegó a denunciar que en Washington se ha vuelto a desatar una «caza de brujas» contra políticos de izquierdas como en los viejos tiempos del McCarthysmo. La dirección de los servicios de inteligencia de Estados Unidos se disculpó oficialmente con el atribulado diputado comunista y hasta el presidente del Gobierno español le llamó para mostrarle su solidaridad ante semejante afrenta, lo que también hicieron diputados de todos los colores políticos y condición en el Congreso. Llamazares, estos días, ha recuperado cierto brillo de actualidad, como en los viejos tiempos de lucha política en primera línea, cuando era coordinador general de Izquierda Unida. Se le veía feliz en su enojo impostado. Unas horas de protagonismo y, además, «perseguido» y hasta «martirizado» por lo más «abominable» del capitalismo: el FBI.

Para que no le vuelva a ocurrir, ABC ha solicitado el consejo y ha recurrido a la creatividad de una decena de expertos que han imaginado cómo sería Llamazares con otro aspecto. Para que nadie ya, nunca más, lo vuelva a confundir con el terrorista más buscado del planeta.

Los siete especialistas consultados tienen claro que hay que cambiar esa imagen obsoleta y demasiado clásica. Es unánime que está pidiendo a gritos un buen corte de pelo. Coinciden en que hay que «deshacer» o al menos «despeinar» sus ondas, bien metiendo la tijera, bien con productos de fijación. Los geles y espumas le servirían para domar las ondas y, sobre todo, conseguir una textura brillante y flexible. La mayoría se inclina por un corte a navaja, despuntado; y son varios los que le quitarían por completo la raya buscando un más desenfadado.

En cuanto a las canas, tres son partidarios de difuminarlas con un baño de color, que borra la mayor parte de los cabellos blancos sin dejar aspecto de tinte «porque su condición de político no le otorga el “derecho” a teñirse de forma global», dice Luis Miguel Vecina, técnico de Camille Albanne. Unos le perfilarían las patillas y otros se las alargarían, pero ninguno las dejaría en su estado actual.

Los dos valencianos, Tono San Martín y Pascual, creen que se deberían «limpiar» las cejas para avivar la mirada y dejar de tener ese aspecto descuidado. La barba se la recortarían la mayoría de los profesionales y sólo dos de ellos se la afeitarían «para evitar malentendidos».