Broggi arma el Belén
Pep Cruz (en la cama) junto a su hijo en la ficción, Bruno Oro / ABC
Domingo , 24-01-10
CRÍTICA DE TEATRO: «Natale in Casa Cupiello» de Eduardo de Filippo. Dir: Oriol Broggi. Int: Pep Cruz, Marissa Josa, Ramon Vila, Bruno Oro, Màrcia Cisteró, Carles Martínez, Joan Arqué, Jordi Coromina, Noël Olivé. Biblioteca de Catalunya.
Sobrevivir a la Navidad, con esas comidas y cenas que deparan explosiones familiares, exige raudales de paciencia y educación emocional. Si, además, nos encontramos en un Nápoles de sangre caliente, con el ritmo nervioso de la tarantella, «ja cal que ens preparem».
De eso sabía mucho Eduardo de Filippo, dramaturgo de cabecera del neorrealismo, capaz de reavivar el infierno del hogar cualquier día festivo. El autor de «Filomena Maturano» ha sido adaptado con fortuna en nuestros escenarios y el público catalán se ha identificado con tragicomedias inquietantemente próximas. Sirva de ejemplo, aquel memorable «Dissabte, diumenge i dilluns» que dirigió Belbel en el TNC: conflictos familiares con olores de cocina y «ragú» dominical. «Natale in casa Cupiello» comparte muchos elementos con aquella obra y Oriol Broggi sirve la tragedia doméstica en bandeja de plata, con una escenografía de la que el público acaba formando parte. Farsa italiana en estado puro. Tres actos repletos de equívocos y humor negro. El director saca el máximo partido del ritmo textual con un reparto bien seleccionado.
Reina con gesto muy napolitano Pep Cruz: padre despistado cuya única obsesión es montar el Belén, mientras su familia incuba la tragedia. Bruno Oro exhibe sus dotes expresivas como el díscolo hijo que no pega palo al agua y se dedica a vender el abrigo de su tío (Ramon Vila), realquilado adicto a la Lotería. Marissa Josa vuelve a bordar, como en otros montajes, a la madre abnegada y sufridora; Màrcia Cisteró es la hija que engaña al marido (Carles Martínez) con un guapo pretendiente (Joan Arqué) que al final acabarà colándose en la cena navideña. Completan el reparto el vecino Jordi Coromina, potente voz y discurso monocorde sobre las virtudes del café, y la vecina atractiva (Noël Olivé) que se casó con alguien que no la merecía.
Se agradece la presencia de actores poco habituales en los montajes barceloneses y que demuestran su solvencia interpretativa, como Ramon Vila, Jordi Coromina o Màrcia Cisteró. Aroma napolitano, diálogos hilarantes y, como desenlace, la agonía del padre: un largo monólogo al estilo Ozores. Risa y muerte enlazadas. Nápoles y Barcelona. Tan mediterráneo como la recomendación de Rusiñol: «Riure del mort i de qui el vetlla».

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