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La derecha chilena logra una histórica victoria

El candidato opositor a la Presidencia de Chile, Sebastián Piñera /EFE

La derecha dio el golpe en las urnas. El empresario Sebastián Piñera Echenique, de 60 años, ha acabado con veinte años de hegemonía de la Concertación, una alianza de partidos de centro izquierda. Piñera, una vez escrutado el 96,61% de los votos , se ha impuesto con el 51,61 por ciento de los votos frente a los 48,38 que ha obtenido Eduardo Frei. La derrota del ex presidente democristiano, de confirmarse, representa un mazazo para la alianza gobernante y abre un incógnita sobre el futuro de un frente que nació para enfrentar la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-90).

Podría decirse que a la cuarta fue la vencida. Piñera ha necesitado del mismo número de intentos para llegar a la Presidencia que Salvador Allende. El candidato de Coalición por el Cambio por fin logró hacer realidad el sueño de dirigir el destino de Chile. La “oportunidad” que pedía le ha llegado, aunque con retraso, en el momento oportuno. El desencanto, desgaste y hartazgo de la población por la Concertación, sumado a una campaña rica en medios e ideas han sido claves para su triunfo.

La remontada espectacular del ex presidente Eduardo Frei, que en la primera vuelta de diciembre no llegó al 30 por ciento de apoyo, resultó insuficiente para arrebatarle a Piñera una victoria que, como coinciden en ambos bandos, “era ahora o nunca”.

Comparaciones

La última vez que un Gobierno de derechas alcanzó democráticamente la Presidencia en Chile fue en 1959. En 1973 se produjo el golpe de Estado de Augusto Pinochet cuyo Gobierno se mantuvo hasta 1990. Ayer, después de votar, Eduardo Frei identificó el periodo del régimen militar con la candidatura de Piñera: “Han hablado mucho de que les tocaba gobernar. Ellos ya tuvieron 17 años... Los chilenos pueden comparar”. Con tono triunfalista desde por la mañana Piñera, a la salida del colegio electoral, declaraba: ¡Arriba los corazones. Vienen tiempos mejores para Chile. Es el triunfo de la democracia!”.

Las diferencias entre Sebastián Piñera y Eduardo Frei, pese a representar a bloques teóricamente antagónicos, resultan más bien escasas y apuntan más al bolsillo particular de cada uno que a cuestiones de fondo. Ambos, aunque con matices, propusieron continuar con los ejes maestros del actual Gobierno. El programa de Piñera, con más peso y volumen, incluye una batería de medidas inmediatas. Algunas de ellas provocaron incredulidad, como le sucedió con la promesa de crear un millón de puestos de trabajo. La cifra de parados en Chile ronda los ochocientos mil, con este dato y otros cálculos matemáticos, la promesa del principal accionista de LanChile, el equipo de fútbol Colo-Colo y Chilevisión fue objeto de duras críticas. Eduardo Frei, por su parte, rebajó la cifra a... ochocientos mil justos.

Si el ex presidente de la Concertación de centro izquierda es un democristiano de raza, Piñera puede decir sin faltar a la verdad que comulgó con fe entre sus filas. Ex compañeros de viaje político los dos están unidos en la lucha contra la pobreza. Como muestra ofrecen entregar un subsidio en forma de bono el próximo mes de marzo para los más necesitados. La diferencia es que mientras Piñera establece esa concesión por única vez, Frei asegura que la convertirá en derecho adquirido por ley. En un país donde la brecha entre ricos y pobres es de las más altas de la región, ese no es un tema menor. Tampoco el debate sobre una reforma tributaria. Piñera, con una fortuna estimada en más de mil millones de dólares según la revista Forbes, propone desgravaciones para las pequeñas y medianas empresa con el fin de reimpulsar la economía pero no dice nada sobre un posible impuesto a las ganancias. Frei, que ha confesado una fortuna personal de cuatro millones de dólares, aboga por la creación de una comisión de notables para redactar un nuevo sistema fiscal.

Donde no están de acuerdo es en temas como el aborto. Frei estaba dispuesto a considerarlo bajo algún supuesto mientras que Piñera no. En cuanto a los matrimonios entre homosexuales ambos coincidían en dar luz verde únicamente a las uniones civiles. Finalmente será Piñera el que recogerá la herencia de Bachelet pero no podrá quejarse. La economía está saneada, Chile tiene reservas suficientes y su balanza de pagos está equilibrada. Eso, para empezar y en época de crisis no es poca cosa.

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