Hazte premium Hazte premium

Singularidades de un cineasta centenario

E. R. MARCHANTE

Ver una película de un director de 101 años es ya, de por sí, algo magnífico. Manoel de Oliveira es un prodigio de supervivencia, un absoluto improcedente en nuestro mundo adorador de la tersura por fuera. Y es, en ese sentido, un calco de su propio cine, anacrónico, inapropiado... «Singularidades de una chica rubia» es su provocadora «adaptación» de un cuento póstumo de Eça de Queiroz, el gran escritor portugués del XIX, casi contemporáneo de Oliveira. Y es provocadora la adaptación precisamente porque la actualiza visualmente sin moverle ni un gesto de su esencia. La impresión es casi agresiva: como actualizar a una hembra neandertal con un traje de Givenchy.

Un joven se enamora de una inquietante mujer a través de una ventana (en la Lisboa de hoy), pero su relación y su frustración amorosas pertenecen a otro siglo. Los diálogos, las actitudes, el aire que rodea a los personajes tienen regusto de alcanfor, y el conflicto que desemboca en ese estruendosamente quieto final es un pulso a lo moralmente aceptable hoy día. Como es costumbre en el cine de Oliveira, nada se mueve si puede estar quieto y nada se ve si puede escucharse...

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación