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El primer edificio «verde» de China

En Pekín, bajo un cielo encapotado por una espesa capa de contaminación y en medio de atascos permanentes, se está levantando el que será el primer edificio «verde» de China. Se trata de Parkview Green, una pirámide de cristal cuyo techo está coronado por paneles con las mismas membranas de plástico que ya incorporaba el famoso Cubo de Agua, uno de los iconos arquitectónicos de los pasados Juegos de Pekín junto al Estadio Olímpico.

Gracias al EFTE, un material sintético muy ligero que consigue atrapar la luz natural y reduce así el consumo de electricidad en el interior, este singular edificio tiene como objetivo ahorrarse un 40% de energía cuando abra a mediados del próximo año. Eso significa que liberará a la atmósfera 5.000 toneladas de carbono menos al año.

China, el principal país contaminante del mundo junto a EE.UU., ha propuesto frenar sus emisiones mediante la disminución de su intensidad de carbono, que se mide por unidad del Producto Interior Bruto (PIB). Con respecto a los niveles de 2005, dicho recorte sería de entre un 40 y 45% en 2020, pero algunos expertos consideran que, con su nivel de crecimiento actual, eso significa que el gigante asiático seguirá contaminando como ahora o incluso más, pero nunca menos.

Atrapada por el frenético crecimiento económico que ha traído la industrialización, que ha sacado a millones de personas de la pobreza y ha provocado la mayor transformación del país, la «fábrica global» necesita compaginar su desarrollo con políticas medioambientales y una mayor eficiencia energética que le permita dejar de depender del carbón, que aporta el 75% de su electricidad.

Aumentar las renovables

Para ello, el régimen de Pekín se ha marcado como objetivo elevar la cuota de las energías renovables hasta el 15% en 2020. Mientras el Gobierno chino busca soluciones, el edificio Parkview Green, junto a los rascacielos de cristal y acero del Distrito de Negocios, puede marcar el camino a seguir en el futuro gracias sus innovaciones ecológicas.

Diseñado por Winston Shu, de Integrated Design Associates, el recinto aprovecha su estructura piramidal para prescindir del aire acondicionado, ya que está proyectado para que el aire caliente se eleve hacia el punto más alto de la estructura, que se sitúa a 89 metros y actúa como chimenea expulsándolo al exterior. En lugar de oficinas cerradas consumiendo refrigeración en verano o calefacción en invierno, los despachos estarán comunicados mediante conductos subterráneos que utilizarán la temperatura natural de la tierra y el enfriamiento de los techos.

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