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Jordi Solé Tura

PUNTO DE FUGA

CON los preceptivos aspavientos retóricos que la ocasión exigía, el periódico que sostengo entre mis manos aberra, impune, a varias columnas: «Llanto unánime por un demócrata catalanista». Se refiere, huelga decirlo, a la muerte del principal adversario, el único en verdad de ... categoría, que albergó dentro de sus -estrechos- límites topográficos y genealógicos esa creencia pagana a lo largo del último cuarto del siglo XX. Y es que pocos catalanes habrán mantenido durante toda su vida mayor distancia intelectual, moral y estética con respecto al catalanismo que Jordi Solé Tura. Al igual que menos aún habrán sufrido el acoso obsesivo de los costaleros de tan piadosa cofradía de la sacra identidad vernácula con idéntica contumacia.

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