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Y ahora, el Estatut

LA política española, interior y exterior, se ha convertido en una carrera desesperada para arreglar hoy los disparates de ayer. Ayer me preguntaba de qué se quejaba Moratinos, si las humillaciones que estamos sufriendo en torno a Gibraltar fueron propiciadas por él al «aparcar los temas de soberanía» y dar voz, voto y veto a los gibraltareños en un pleito que tanto el Tratado de Utrecht como la ONU adjudican sólo a España e Inglaterra. Y hoy me pregunto qué va a pasar si, como se rumorea, el Tribunal Constitucional recorta buena parte del nuevo Estatut, empezando por el término «nación» para Cataluña

Pues no va a pasar nada. Mejor dicho, va a armarse una enorme algarabía, una especie de danza guerrera de los nacionalistas, con Montilla abandonando su habitual inanidad para advertir que «esto podría poner en peligro la propia Constitución». Cuando lo único que la pone en peligro es el nuevo Estatut. Pero, aparte de esto, ¿qué pueden hacer? ¿Romper sus relaciones con el Gobierno español, y quedarse sin el dinero que reciben de él? ¿Cerrar sus fronteras con España, y dejar de vender allí sus productos? ¿Apelar a Europa, a la ONU, que buenas están ellas para estos pleitos? Más, cuando Montilla tiene que andarse con cuidado, pues la mayoría del PSC está formado por socialistas que se sienten catalanes, pero se sienten también españoles, aparte del pequeño grupo que, como él, se han encumbrado plegándose a los dogmas nacionalistas. Junto a algo importante: esta nueva «ofensa» a Cataluña, les vendrá muy bien a todos ellos para que se olvide la corrupción en que están metidos. O sea, que mucho ruido y pocas nueces.

Aunque, por otra parte, ¿qué va a pasar con todas las disposiciones del Estatut que ya han entrado en vigor? ¿Va a retirarlas la Generalitat? ¡Ni se piense! ¿Va a hacerlas retirar a la fuerza el Gobierno central? Menos todavía. O sea que tendremos otra comunidad española actuando abiertamente contra la Constitución. ¿No ocurrió en el País Vasco durante el largo mandato del PNV, y sigue ocurriendo en muchos de aquellos ayuntamientos? Pues lo mismo, mientras los partidos catalanes se enzarzan en una pelea sobre quién es más antiespañol cara a las próximas elecciones autonómicas.

Este es el resultado de haber empezado diciendo «Os daré lo que me pidáis» y terminado con «Las decisiones del Tribunal Constitucional hay que acatarlas» de Zapatero, un hombre que desbarra en cuanto toca, sea ETA, sea la economía, sea la piratería. Sin embargo, media España sigue apoyándole, una muestra de que las vísceras siguen imponiéndose al cerebro entre nosotros. Y déjenme decirles otra cosa: a la hora de la verdad, es decir, a la de permitirle o no seguir gobernando, también le apoyarán esos nacionalistas que hoy le ponen verde. Y la apoyarán por saber que sacarán de él más que de ningún otro. Como ya vienen haciendo.

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