«España debe dejar de hacer lobby en Latinoamérica contra la independencia de Kosovo»
El alcalde de Mitrovica, Bajram Rexhepi / VISAR KRYEZIU
Actualizado Lunes , 23-11-09 a las 13 : 34
Bajram Rexhepi es alcalde de Mitrovica, la ciudad dividida al norte de Kosovo, el enclave más complicado de este pequeño país balcánico que proclamó su independencia de Serbia el 17 de febrero de 2008 y todavía no es reconocido por cinco países de la Unión Europea (España, Grecia, Chipre, Eslovaquia y Rumanía).
Mitrovica está partida en dos. La divide un río, el Ibar, y un puente construido por las tropas francesas de la KFOR. Al norte del Ibar, 15.000 serbios gobernados por las instituciones paralelas e ilegales de Belgrado. Al sur, los albaneses que sólo cruzan el puente-muro escoltados por la policía. Unos pocos metros de asfalto sobre el agua controlan la tensión de este polvorín tomado por la mafia, donde en 2004 estalló la primera ola de violencia desde que, cuatro años antes, la OTAN bombardeó Kosovo y la ONU estableció su misión bajo el paraguas de la resolución 1244.
En esta olla a presión trabaja Rexhepi, cirujano y ex guerrillero del Ejército de Liberación de Kosovo (como muchos de los cargos que rodean al actual primer ministro y antiguo líder de la guerrilla, Hashim Thaçi), que en enero se mudará a Pristina, la capital, como ministro para la Integración Europea, la gran obsesión kosovar.
Rexhepi es también uno de los políticos kosovares más indignados con la postura de España. Pide al presidente Zapatero y a su ministro de Exteriores que dejen de presionar a los países latinoamericanos para que reconozcan este joven estado con unos dos millones de albaneses y 120.000 serbios. “Los españoles deben dejar de hacer lobby en América Latina contra nuestra independencia. Moratinos ha pasado demasiado tiempo en Belgrado y el resultado es que no cuenta la verdad sobre Kosovo. Trabajamos para cambiar nuestra imagen. También en España hay mafia”, denuncia. Del semestre español al frente de la UE espera poco. “Tendré más que hacer con la Comisión que con la presidencia española”.
España pidió retrasar la independencia
Hasta ahora 63 países han reconocido Kosovo. El último Nueva Zelanda. El primero Costa Rica. Y la mayoría, incluso Rusia (el gran aliado de Serbia), China o Grecia (de la que esperan el reconocimiento el año que viene) tienen representación en Pristina. Falta España. Y esta ausencia es vista como un grave error por los kosovares, que dan sus primeros pasos en la arena internacional siempre de la mano de los americanos, aunque sean los europeos (a través de EULEX) quienes supervisan las instituciones y envían a Pristina 265 millones de euros anuales.
“Nuestro mensaje para el gobierno español es que mande a un representante local. Aunque no reconozca la independencia, esperamos que Madrid sea pragmática y mire al futuro”, subraya uno de los diplomáticos extranjeros que supervisan la independencia.
También el ministro de Finanzas, Ahmet Shala, cree que sin representante en Pristina, España está perdiendo una oportunidad de oro para entender las diferencias entre sus nacionalismos y el kosovar. "Cuanta más comunicación, mejor. Sé lo que significan Cataluña y Euskadi en España y puedo asegurar que no es comparable con esto". Shala recuerda que 138 países apoyaron a Kosovo a entrar en el Banco Mundial y el FMI. "Sólo a través de nuestro ingreso en las instituciones internacionales conseguiremos la estabilidad en esta zona. ¿Quén falta en esta lista? España. Y me sorprende, la verdad. Sólo necesitamos dos votos para incorporarnos al Banco Europeo de Reconstrucción de Desarrollo. Espero que Madrid nos apoye porque desarrollo significa paz y progreso".
Otro de los reproches desde la joven, confusa e inexperta política kosovar, pero también desde la veterana diplomacia europea, es que España pidió a la comunidad internacional que esperase hasta después de las elecciones generales del 9 de marzo de 2008 para proclamar la independencia kosovar. El gobierno de Zapatero no podía reconocer el nuevo estatus de la antigua provincia serbia antes de los comicios. Se lo pondría demasiado fácil a la oposición y al nacionalismo catalán y vasco. Pero Europa y EE.UU. no esperaron porque Madrid no pudo garantizar que reconocería Kosovo tras las elecciones.
«Necesitamos socios fiables en la OTAN»
El analista Lulzim Peci, próximo embajador kosovar en Suecia, enumera las diferencias entre los nacionalismos españoles y el kosovar. “Las diferencias allí son culturales; aquí étnicas. España logró mantener el país unido tras la dictadura; Yugoslavia se desintegró provocando guerras, genocidio y opresión. Aquí el Estado no fue capaz de arreglar los problemas a través de la democracia. Por tanto, es un gran error del gobierno español convertir Kosovo en un asunto interno”. Peci recuerda que Obama habló con Zapatero sobre el pequeño país balcánico en la Casa Blanca el 15 de octubre, asegura que EE.UU. seguirá presionando a Madrid porque los balcanes “son clave para Washington”, vaticina un cambio de actitud de Grecia tras la decisión de la Corte Internacional de Justicia sobre la independencia de Kosovo, y sentencia: “Madrid está boicoteando la política europea y atlántica; se encontrará en una posición muy incómoda en los próximos seis meses”.
España protagoniza el chiste más popular en los bares de Pristina. “Un kosovar y un español se encuentran en Nueva York. El kosovar le da un abrazo y le dice: vosotros descubrísteis América y eso ya es suficiente para Kosovo”. Así de agradecidos están a los americanos que convencieron a la OTAN para bombardear en 1999. De eso hace ya 10 años y todavía quedan 13.000 tropas de la KFOR de las 50.000 iniciales. España sacó a sus últimos soldados en septiembre, tras anunciar la retirada por sorpresa en marzo. De 13.000 pasarán a 10.000 el año que viene y a 2.500 el siguiente. Una reducción progresiva. Kosovo está estable. Afganistán necesita refuerzos. Aun así, la retirada española irritó. “Entramos juntos y salimos juntos. Así deben funcionar las cosas. Necesitamos socios fiables en la OTAN”, concluye Markus Bentler, el teniente general alemán al frente de la KFOR en Pristina.

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