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«El "Coloso" puede acabar volviendo del exilio, como el velázquez del Met»

«El "Coloso" puede acabar volviendo del exilio, como el velázquez del Met»

El Metropolitan de Nueva York está de fiesta. Esta semana presenta en sociedad su nueva joya, el «Retrato de un Hombre» que, treinta años después de ser degradado de la condición de obra maestra de Velázquez, vuelve triunfalmente del exilio. «No es tan raro que pasen estas cosas, es más común de lo que parece, si no se tiene mucha prudencia y mucho cuidado», advierte la máxima autoridad de Estados Unidos en Velázquez, Jonathan Brown, quien no descarta que algún día pase lo mismo con el «Coloso» de Goya.

Las comparaciones siempre son odiosas. Pero en este caso son también irresistibles. Tiene su cosa que mientras el Prado pierde un goya, el Met gane un velázquez. Aunque en el caso del velázquez, los treinta años que ha pasado a la sombra se excusan por tal cantidad de mugre y de desastroso barniz que el cuadro llevaba encima, que perdían la fe hasta los ojos más expertos. Para reconocer al genio, más que vista, había que tener un sexto y hasta un séptimo sentido. Una cualidad a medio camino entre la sagacidad y la fe.

Destellos de calidad

Sin embargo, la duda rondó durante mucho tiempo al jefe de pintura europea del Met, Keith Christiansen, quien trasladó su pálpito al conservador jefe, Michael Gallagher, un apasionado inglés meticuloso que se enfrentó al enigma como si fuese un caso de Sherlock Holmes. Como Gallagher declaraba en una reciente entrevista a ABC, bastaron unas horas de limpieza para que la transformación fuera total y la pintura se impusiera con una autoridad radiante. Christiansen entró en trance. El mismísimo Jonathan Brown admite que llevaba años pasando por delante de este cuadro sin tomarlo en consideración. Tan escondidos estaban los rasgos distintivos de Velázquez. Una vez limpio, en cambio, el resplandor es indiscutible. No puede ser de nadie más. Da vértigo pensar que una obra maestra pueda eclipsarse y perderse así. ¿Y si fuese ése el destino que espera a «El Coloso» de Goya, y sin la excusa de una mugre superlativa encima? Brown no duda en reafirmarse en su beligerante defensa del derecho de todo cuadro a la presunción de inocencia. Más cuando se trata de Goya, que, a diferencia de Velázquez, pintó mucho y muy rápido, lo que puede explicar, a su juicio, superficialidades y apresuramientos invocados para dudar de su autoría.

«La atribución no es una ciencia exacta, es un arte», advierte Brown, quien no ve la necesidad de esconder que él personalmente está convencido de que «El Coloso» es de Goya. Lo ha dicho y lo ha escrito siempre que ha hecho falta, también en las páginas de ABC. Ahora, de viva voz, nos dice que la cuestión no es ni siquiera qué opina él sino qué aconseja el sentido común en estos casos: y, a su juicio, mientras no haya pruebas mucho más irrefutables y consensos mucho más extendidos, «es mejor abstenerse de cuestionar la valía de un cuadro tan simbólico, tan importante para la pintura y para la historia de España, todo un monumento a su resistencia».

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