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Los contratos sospechosos cubren todo el «cinturón rojo»

Nunca se habían revisado tantos expedientes, nunca la sombra de la sospecha había sido tan alargada. La onda expansiva de las detenciones por la trama de corrupción en Cataluña ha entrado como una estampida en los despachos de Urbanismo de los ayuntamientos del Área Metropolitana de Barcelona. Técnicos municipales, pero también los concejales de la oposición, se han sumergido estos días entre montañas de papel y, como se esperaba, las primeras conclusiones son desalentadoras: las empresas implicadas en la operación Pretoria trabajaron en todos lados, durante muchos años y adjudicándose obras tan emblemáticas como la reconstrucción por encargo de la Generalitat del túnel del Carmelo tras su hundimiento, en este caso, junto a otras dos constructores, a cargo de Proinosa, de Josep Singla.

En Barcelona

La sombra de la sospecha ha llegado hasta Hospitalet, donde el grupo del PP ha reclamado una revisión exhaustiva de los múltiples trabajos hechos por Proinosa. Es el caso, entre muchas otras, de dos aparcamientos en la Avenida América y en la de Can Serra, sobre las que según fuentes conocedoras del caso se sospecha de sobrecoste.

Proinsa también ha trabajado en Barcelona, tanto para la administración municipal como para privados, como es el caso de la reconstrucción del teatro El Molino.

Con todo, la sospecha de las malas prácticas salpica de manera especial a los ayuntamientos metropolitanos socialistas -también otros como el de Lérida- en relación con Luis García Sáez, «Luigi», expulsado del PSC en 1992 pero que siguió trabajando sin problemas con posterioridad a esa fecha gracias a los contactos heredados de su etapa como diputado autonómico. Municipios como Hospita- let, con Celestino Corbacho como alcalde, le concedieron contratos que sumaban más de cuatro millones de euros. Omnipresente, y con buenas relaciones también con CiU -se le señala como el eslabón que une a los ex hombres de Pujol Prenafeta y Alavedra con Santa Coloma- trabajó también con ayuntamientos nacionalistas. «Luigi», como la corrupción, estaba en todas partes.

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