Problema escolar: notable en tortura
Si uno sabe lo que significa, el título, «Bullying», le revelará la médula de la trama: el acoso escolar. Es la historia de un muchacho al que unos compañeros de clase le hacen la vida imposible hasta machacarlo moral y físicamente. Ese abuso sistemático es, ... según parece, muy común en la vida escolar, pues hay estadísticas que aseguran que un 25 por ciento (o sea, uno de cada cuatro niños) padece «bullying». Es, pues, un gran problema que revela un panorama sombrío sobre el cien por cien de los escolares: si el 25 por ciento lo padece, al menos otro 25 ejerce de torturador, y el 50 por ciento restante es silente, connivente o displicente, lo cual es si cabe aún peor.
Josecho San Mateo, el director, habla de todo ello, del maltrato, del miedo, de la aceptación y de la pasividad de compañeros y profesores… Y esto es el gran provecho que esta película ofrece: señalar y prevenir contra ello. Su intención es, sin duda, mucho más redonda que sus logros cinematográficos, pues San Mateo le da preferencia a su objetivo moral que al objetivo de su cámara. El argumento se va anunciando a sí mismo, se usan clichés para alumbrar el camino (el solitario solidario, la madre destruida, el chico abnegado y cordial, la directora zopenca, el malo de libro…) y se olisquea la síntesis mucho antes de desplegar la tesis y su antítesis, pero, aún así, «Bullying» mezcla bien los elementos melodramáticos con los trágicos, y resulta (porque su historia lo es) dolorosa y demoledora.
Nada le resulta tan útil a una película como un «malo» bueno, y aquí el joven actor Joan Carles Suau tiene las dosis naturales (una sonrisa con doblez) y precisas para mostrar la crueldad y a la vez la fragilidad del torturador; él es quien domina el plano y la secuencia, y el que ayuda a comprender el temor, la inmovilidad y la inoperancia en la que cae el sensible protagonista (Albert Carbó). Laura Conejero y el endurecido Carlos Fuentes conocen y ennoblecen el terreno que pisan, que es pura hamburguesa, pero al que no le regatean carne de calidad ni mostaza.
En fin, gracias a «Bullying» sabremos que detrás de una palabra tan «cool», se esconde una realidad tan grosera.
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