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Autobuses en el olvido

Autobuses en el olvido

Cada mañana y de forma puntual un autobús parte de la ciudad oscense de Jaca con destino Ayerbe, Loarre y Huesca. Son las siete de la mañana y en la parada del autobús sólo una persona espera su llegada. No es que el resto se hayan retrasado es que simplemente no van a llegar, esta es toda la demanda de una línea que atraviesa el Pirineo aragonés y conecta dos de las ciudades más importantes del Alto Aragón con multitud de pequeños pueblos, muchos de los cuales no superan el centenar de habitantes. A las tres de la tarde partirá de Huesca para recorrer el mismo trayecto a la inversa, los asientos del autobús tampoco se habrán llenado.

Concesiones deficitarias

La imagen se repite todos los días y no sólo en este itinerario, sino en la mayor parte de las rutas de autobús que conectan los núcleos rurales de Aragón. De las 60 concesiones que existen en estos momentos, 42 son deficitarias y las empresas que las gestionan no alcanzan a cubrir costes, tienen más gastos que beneficios y eso acaba pesando.

Son rutas insostenibles desde el punto de vista económico, sin embargo, son un servicio público del que no se puede prescindir. Ayudan a vertebrar el disperso territorio de Aragón y son, en muchas ocasiones, el único medio de transporte para muchos de los habitantes de estas zonas a la hora de trasladarse a la visita del médico o realizar trámites burocráticos. Conectan las cabeceras de comarca con los pueblos aledaños y además se alargan hasta las grandes ciudades en un intento desesperado de captar más usuarios.

En Teruel, la escena es muy similar. La línea que une la capital turolense con Zaragoza y conecta la mayor parte de los pueblos de la comarca de las Cuencas Mineras fue la más deficitaria el pasado año, con unas pérdidas que superaron los 240.000 euros. En este autobús que parte regularmente de Zaragoza antes de las siete de la mañana muy pocos son los usuarios, tanto es así, que hay muchas mañanas que el autocar parte vacío. Una de las razones que lo explican es el largo recorrido que realiza y las horas que tarda en llegar.

Zaragoza no es una excepción y a pesar de que muchas de sus líneas también son deficitarias la situación no llega a ser tan extrema como en las zonas rurales de Huesca y Teruel.

Estas concesiones son de débil tráfico y siempre han sido deficitarias, el problema es que la situación económica no ha hecho sino complicar la situación. Hasta ahora funcionaba un régimen de solidaridad, en el que las zonas con mayor tráfico de viajeros y, por tanto, con mayores ingresos servían para compensar los gastos de las que tenían menos usuarios. Sin embargo, desde hace dos años, el sector ha sufrido una fuerte caída de viajeros que ha producido que este sistema se resquebraje, y es que muy pocas son las concesiones que salen rentables.

Miedo al futuro

La dispersión de la población rural, la geografía y el clima de Aragón ayudan en parte a explicar esta situación. Las grandes distancias entre los núcleos de población en el campo y el escaso número de habitantes por kilómetro cuadrado ayudan a agravar el problema. Es el caso de la Comarca Campo de Belchite que cuenta con un vecino por kilómetro cuadrado.

Los empresarios de los autobuses dicen estar cansados de esta situación y se sienten olvidados tanto por los usuarios como por las instituciones. Aseguran que al tratarse de concesiones públicas el Gobierno de Aragón les obliga a prestar estos servicios a pesar de las pérdidas y luego las ayudas que reciben no alcanzan para compensar los gastos que esto les supone. Por eso, esta semana acudieron a las Cortes para que los parlamentarios fueran conscientes de la situación que atraviesan y su mensaje no pudo ser más claro: o se garantizan más ayudas al sector o a largo plazo tendrán que dejar de prestar estos servicios, con las consecuencias que eso tendría para el mundo rural.

Las dificultades con las que se encuentran no hacen más que agravar un problema que no es nuevo pero que ha empeorado en los últimos dos años. Contratar conductores, cambiar una rueda o realizar la revisión del autobús son tareas de lo más normal en este tipo de negocios, sin embargo a estas líneas no les supone más que complicaciones. «Encontrar un taller en el medio rural puede convertirse a veces en un tarea imposible», aseguró el secretario de los empresarios de autocares, Pablo Martín. Problemas que no ayudan más que a ver un «futuro muy negro en el que nadie nos garantiza nuestra supervivencia a largo plazo».

Entienden que cumplen un servicio fundamental, ya que a muchas de estas poblaciones sólo se puede acceder a través del autobús, por eso piden mayores subvenciones públicas que ayuden a contrarrestar las pérdidas económicas a las que hacen frente.

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