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De poetas y liturgias

Aún nos corren las lágrimas tras haber acompañado con la última palabra y el postrer silencio a nuestro poeta más acendrado y longevo José Antonio Muñoz Rojas. Se nos estaba callado los últimos decenios en Antequera donde había oído las primeras voces, auscultando amaneceres y ... atardeceres, recogiendo la voz y la llama de «Las cosas del campo». Nadie como él ha adivinado todas las irisaciones y formas, que la luz y el silencio, los chopos y los olivos, pueden tener en campo abierto. Y sin embargo nada más lejos de él que un fácil ruralismo de la naturaleza inmediata. Desde la Casería a Antequera y de Antequera a Madrid, hasta llegar a Cambridge fueron sus pasos y sus pasiones. De ahí que fueran tantas esas lecturas y amistades, que nos ocultaban sus textos aparentemente tan sencillos pero tan humanamente saturados desde esa humildad que sólo cede al peso de la verdad y de la vida.

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