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Como polen en el aire

Cuando se hace público el Premio Nacional de Narrativa, concedido a Kirmen Uribe, un periodista y escritor que me llamó para que describiera el núcleo de la novela, me comentó: «Ésa es la novela que estoy escribiendo». Esa coincidencia entre una novela proyectada, la de mi amigo periodista, y la novela de Kirmen Uribe, lleva a pensar que hay una estética que se mueve «como polen» en el aire.

La novela «Bilbao-New York-Bilbao» es, en primer lugar, una novela que realiza una mirada sobre la historia del País Vasco, a través de la narración de una historia familiar. Una mirada a vista de pájaro, un motivo que podía deducirse si se piensa que el primer círculo de la novela lo constituye un viaje en avión. La narración familiar resulta conflictiva y trasversal y agrupa a cuatro generaciones: la historia del abuelo franquista, la experiencia marina del padre, la creación de un personaje narrador llamado Kirmen Uribe, y la vivencia del hijo de la compañera, Unai, en una proyección al futuro.

Al referirse a esta novela, se dice que emociona. Pienso que ante la emoción, la novela plantea formas de creación narrativa, una estética que está apareciendo aquí y allá, una forma de narrar que reúne la historia familiar, la creación minimalista, el reflejo de un mundo global, que recrea el pasado, para preguntarse por la identidad.

La autoficción, es decir, un personaje llamado Kirmen Uribe habla de Kirmen Uribe, que no debe confundirse con el autor, sino con su espectro irónico, representa un segundo círculo de creación. El autor explora diversos niveles de confusión entre ficción y realidad con el consiguiente grado de extrañeza del lector.

Piglia nos recuerda que «se equivocan quienes piensan que es más fácil contar hechos verídicos que inventar una anécdota, sus relaciones y sus leyes. La realidad, es sabido, tiene una lógica esquiva». Para realizar con éxito el reflejo de esa «lógica esquiva», como creo que es el caso en la narración de la realidad en esta novela, en primer lugar se necesita utilizar las máscaras de la ficción; y en segundo, saber que el empacho de técnica literaria no debe oscurecer el fin primordial de la novela. Aprehender la realidad. Que novelas como «Bilbao-New York-Bilbao» se estén escribiendo ahora en lugares distintos hace explícito que el polen sigue en el aire. Significa mostrar una estética creativa que se sitúa, también, en el corazón de una escritura activa.

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