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La Duquesa de Alba: «Picasso quiso pintarme como la Maja; mi marido dijo que no»

La duquesa de Alba, en el Palacio de Dueñas, junto a obras de arte y recuerdos

El verano se resiste a irse este año de Sevilla. Es 6 de octubre y hay 32 grados a la sombra. Han vuelto a salir las flores. Deben creer las muy ilusas que ya es primavera. Sólo echan en falta el olor a azahar. Da gusto pasear por el centro de Sevilla -aunque también aquí hay obras en cualquier esquina- con dirección al Palacio de Dueñas. Allí nos espera la duquesa de Alba, que ha concedido una entrevista a ABC con motivo de la exposición que dedicará, a partir del próximo jueves día 15, el Museo de Bellas Artes de la ciudad a la Colección Casa de Alba.

Llegamos a una calle estrecha, que da nombre al palacio sevillano de la duquesa. Frente a una anodina tienda de equipos de oficina vemos a un grupo de turistas arremolinados frente a una verja, atraídos por el verde intenso de los árboles y las plantas. Es una bella fachada, típicamente sevillana, en amarillo y blanco. Sobre ella, el escudo familiar. A la izquierda, una placa nos recuerda que aquí nació Antonio Machado. Reza así: «En una vivienda de este palacio nació el 26 de julio de 1875 el poeta Antonio Machado. Aquí conoció la luz, el huerto claro, la fuente y el limonero».

En menos de una semana, hemos tenido la oportunidad de charlar con dos aristócratas que, salvando las grandes distancias -su biografía, su historia, sus títulos-, son pasto de la prensa del corazón, aman con pasión el arte (y la vida), y ambas se ponen el mundo por montera. Si el día 1 la cita fue con la baronesa Thyssen, hoy lo es con la historia viva de España. La mujer, como se ha dicho tantas veces -pero no por ello menos cierto-, con más títulos nobiliarios del mundo (medio centenar). Por ser grande de España, lo es hasta 18 veces. La duquesa de Alba, a sus 83 años, sigue ocupando páginas y páginas de revistas y muchos minutos de televisión sobre su vida sentimental: un romance, cruces de comunicados, su verano en Ibiza... Hoy nos proponemos dejar todo esto a un lado y conocer mejor a la mujer que hay tras ese apabullante listado de títulos... y nombres. Hablamos con María del Rosario Cayetana Alfonsa Victoria Eugenia Fitz-James Stuart y de Silva.

Atravesamos el jardín que da entrada a Dueñas, subimos unas escaleras y pasamos por una preciosa galería que conduce a un gran patio. Es una casa llena de antigüedades, de recuerdos, pero no da la sensación de un frío palacio. Todo lo contrario. Se nota que es una casa vivida, muy querida. Tiene algo de entrañable, de hogar. Esperamos en una pequeña y acogedora sala a la duquesa. Apenas unos minutos para husmear -defecto de periodista- dos retratos de Cayetana cuando era pequeña (se aprecia en uno la firma de Zuloaga)-, un retrato de Jesús Aguirre, una muñequita rubia sobre la mesa, que bien podría ser la mismísima duquesa; un cojín-vaca en el sofá, un cuadro de Mir...

No hay tiempo para curiosear más. Aparece doña Cayetana, que nos saluda afable. Está muy delgada. Nada que ver con aquella imagen en silla de ruedas antes de su operación. Lleva un juvenil y floreado vestido color nazareno con generoso escote, y unas bailarinas del mismo tono. Luce bisutería (en cuello, muñecas y tobillo) y de sus orejas cuelgan unos ositos de la marca para la que trabaja su hija. Por su algodonada y rebelde cabellera asoma un broche en forma de flor. Advierte que no tiene mucho tiempo.

-¿De quién ha heredado la pasión por al arte: de sus abuelos, su padre, su madre, sus maridos...?

-De mi padre, que me lo inculcó desde niña. Me llevaba al Museo del Prado desde que tenía seis años. Iba con él a sus viajes por Egipto, París y Londres hasta que tuve que ir al colegio. Le encantaba el arte. Yo le seguía y acabé sintiendo la misma pasión que él por el arte.

- A usted le gustaba pintar, aunque reconocía que se le daba mejor el baile. ¿Sigue cogiendo los pinceles?

-No, porque tuve un problema en la mano cuando murió Jesús (su segundo marido). Aquello fue para mí un shock muy grande y se me paralizó la mano derecha. Y como no soy zurda no he podido seguir. Es una pena, porque ya a mi edad no puedo hacer los deportes que me gustaban: el tenis, el esquí, la equitación... Podría haber seguido pintando, pero qué se le va a hacer... Jesús fue el amor de mi vida. Lo pasé muy mal todos estos años. Hizo mucho por la Casa de Alba, aparte de su valor personal. Era una persona muy inteligente.

-A lo largo de su vida ha tenido la suerte de tratar a un montón de artistas y de posar para ellos.

-Sí, me ha pintado Zuloaga, me ha esculpido Benlliure...

-¿Qué pasó en realidad con Picasso?

-Picasso quería pintarme como a la Maja de Goya, pero mi marido dijo que no.

-¿Y con el carácter que tiene usted no protestó?

-Me hubiera gustado, sentía curiosidad, pero en realidad no me atreví a ir tan lejos por las críticas en aquel entonces. Hoy ha cambiado mucho la vida.

-En la exposición hay obras de su colección privada. ¿Cuáles son sus gustos pictóricos?

-Me encanta el impresionismo, con artistas como Renoir. Tengo un cuadro suyo, «Mujer con sombrero con cerezas», que va a estar en la exposición. También me gusta mucho Gauguin.

-José María Sert recibió un encargo para decorar la capilla del Palacio de Liria. ¿Qué artistas vivos le interesan?

-Sigo el arte de hoy, estoy al tanto. Conozco a algunos artistas, pero no recuerdo ningún nombre en este momento. (¿Un lapsus mental de la duquesa? Al final de la entrevista descubrimos que no. Nos desvela un secreto: se hizo la olvidadiza adrede. No quería dar ningún nombre para no molestar a los demás. Eso es diplomacia y lo demás tontería). Pero no soy muy moderna en el arte...

-Pues será lo único en lo que no lo es...

-(Se ríe)

-Ha tardado mucho en mostrar su colección en Sevilla, ciudad que adora. En 1987 se vio una selección más amplia que ésta en Madrid. Se echan en falta las joyas de Velázquez o Fra Angelico que hay en su colección. ¿Por qué no han viajado?

-No sé por qué no han venido a la exposición, si por falta de espacio o por problemas de conservación.

- Una curiosidad. ¿En cuánto está tasada la colección de arte de la Casa de Alba?

-No lo sé.

-Godoy confiscó a la Casa de Alba tesoros como la «Venus del espejo», de Velázquez; «Escuela de Amor», de Correggio, y la «Madonna de la Casa de Alba», de Rafael. ¿Le ha perdonado?

-No. Porque eran cuadros únicos y no tenía derecho de hacer eso. Fue de muy mal gusto. Nunca se podrán recuperar.

- ¿Por qué es tan especial para usted el retrato que hizo Goya de su antepasada?

-Ese cuadro lo encuentro encantador. Se aprecia que era una mujer muy sensible. Aparte de ser muy popular, algo tendría... También me gusta mucho el cuadro de Fra Angelico; es magnífico, y el bellini. Son obras únicas. Un corot, que sí ha venido a la muestra, me gusta también mucho.

-¿Cuál de sus hijos ha heredado su pasión por el arte?

-Jacobo.

-¿Y su pasión por la vida?

-Quizás Eugenia. Monta muy bien a caballo, baila flamenco estupendamente, está dibujando joyas para Tous... Tiene muchos valores. A mí me gusta vivir y conocer gente, hacer cosas. No me echo para atrás cuando me llaman para algún acto. La vida monótona es muy aburrida.

- ¿Algún nieto apunta maneras artísticas?

-Tengo una nieta, hija de Cayetano, que tiene nueve años, se llama Amina, y pinta maravillosamente.

-Mantener la Casa de Alba supondrá un esfuerzo titánico, y no me refiero sólo a lo económico...

-Sí, es un poco duro, pero se ocupa de ello una fundación.

- Estaría orgulloso su padre de ver cómo ha mantenido el patrimonio familiar, ¿no?

-Yo levanté sola el Palacio de Liria, porque él ya había muerto. Desgraciadamente no pudo verlo reconstruido.

-¿Irá toda la familia el jueves a la inauguración de la exposición?

-Creo que vendrán casi todos. Cayetano no puede porque tiene un concurso hípico en Alemania. Sí vendrán Carlos, Alfonso, Eugenia, Jacobo... Y si hay alguno más...

-Este mes hay otra cita importante. El día 27 le entregan a Francisco Rivera la Medalla de Bellas Artes en Santander. ¿Tiene pensado acudir?

-Sí.

- ¿Y cómo vivió la polémica que se generó con las críticas de otros toreros?

-Me pareció de muy mal gusto. Es la envidia que hay en nuestro país, desgraciadamente. Francisco se lo merece por seguir esa saga familiar. Son cuatro generaciones. Esa medalla es un reconocimiento a su familia. Aparte de que él vale mucho, torea muy bien. Nunca debe hacerse algo tan feo. Este chico (Morante de la Puebla) debe ser muy envidioso y muy mal compañero, porque tampoco guardó silencio en la corrida que conmemoró los 25 años de la muerte de Paquirri.

-Pero no sólo fue Morante. José Tomás y Paco Camino devolvieron sus medallas como protesta.

-Sí, es cierto.

-¿Afecta la crisis a la Casa de Alba?

-Sí.

- ¿En qué medida?

-Hay que recortar bastante el presupuesto. Mantener los palacios cuesta mucho. Y no queremos abandonar parte de la Historia de España.

- ¿Corren buenos tiempos para la nobleza?

-Ni buenos, ni malos.

-¿Cómo ve el país?

-El pueblo me quiere mucho. Conmigo son amabilísimos tanto los socialistas, como los del PP y, especialmente, en Sevilla.

-Esta ciudad es muy especial para usted...

-Yo adoro Sevilla. Lo único que siento es no haber nacido aquí.

-Pero eso no importa; si usted es más sevillana que los sevillanos. ..

-Es verdad; ya me hicieron hija adoptiva. Todo lo de aquí me encanta.

-¿Cómo vive problemas como el ascenso imparable del paro, la ampliación de la ley del aborto...?

-Siento mucho que estemos en tan mal momento, pero yo no soy política y prefiero no hablar de ello.

-Estos días se debate mucho sobre la pérdida de valores de los jóvenes, su escasa educación...

-Se han perdido todos los valores... Como les han estado enseñando lo contrario, ya veo bastante difícil cómo solucionarlo.

-Nos decía antes que usted practicaba muchos deportes. Madrid se quedó sin Juegos Olímpicos y están machacando por ello a Gallardón...

—Qué pena... Yo creo que toda España lo deseaba. Quedamos los segundos. Lo siento por Gallardón y por el país, porque unos Juegos Olímpicos traerían mucha riqueza a España.

—¿Continúa siendo religiosa y monárquica hasta la médula?

—Hasta la médula... y más (se ríe). Y no cambiaré. Encuentro al Rey fantástico. Es muy cariñoso, se ha ganado la popularidad a pulso. Conoce su deber. Hay pocos como él. La Reina es perfecta. No se puede tener una Reina mejor. No se le puede criticar lo más mínimo. Espero que siga la Monarquía, porque España siempre ha sido monárquica, excepto en las dos Repúblicas, que fueron un fracaso. Tuvieron que traer a Alfonso XII, que entró a caballo con aclamaciones. Y, tras la segunda, llegó la Guerra Civil. Eso lo recuerdo de niña y no quisiera repetirlo.

]—¿Y cómo ve a los Príncipes de Asturias?

—Lo están haciendo muy bien. No se les puede criticar en nada. Cuando llegue su momento habrá que darles un margen de confianza. Doña Letizia, por no haber vivido ese mundo, es extraordinario cómo lo hace. En toda Europa se han casado los príncipes con chicas que no son de la realeza. Empezando por Fabiola. Y lo hacen muy bien todas. Lo suyo es que fuera alguien de sangre real, pero, como ha cambiado todo, hay que adaptarse y ayudarles.

—¿Cuáles han sido sus mayores conquistas?

—La libertad y la independencia. Me molestan mucho las mentiras que dicen de mí sobre cuestiones sentimentales, porque son eso: mentira.

—¿Cree que ha sido mejor hija, madre o esposa?

—Esposa. Porque a veces se choca con los hijos. Los quiero mucho a todos, aunque nos hemos peleado alguna que otra vez.

—Pero eso pasa, como suele decirse, y en este caso literalmente, en las mejores familias.

—Sí, claro...

—¿Es usted de las que delega en sus hijos o le gusta seguir teniendo todo bajo control? —Más o menos llevo yo todo. Alguno de mis hijos sí me ayuda, pero son muy independientes. Van un poco a lo suyo.

—Su hijo Jacobo está preparando para el próximo año unas monografías sobre sus tres palacios: Liria, Dueñas y Monterrey. Cuesta creer que no se hubiera publicado nada aún.

—Me hace mucha ilusión. Jacobo vale mucho. Su editorial (es la segunda) va muy bien.

—¿Qué tiene de especial cada una de esas casas?

—A mí me gusta ésta (Dueñas). Vivo aquí ahora. Es la casa que me da más alegría. Liria es preciosa por el contenido y la fachada de Ventura Rodríguez. La de Ibiza es una casita de muñecas, estilo ibicenco. Monterrey tiene una fachada única, muy copiada en Sudamérica.

—La Casa de Alba abre al público, aunque de forma restringida, los palacios de Liria y Monterrey. ¿Le gustaría hacer un museo en el futuro?

—No, yo quiero que mi familia siga teniendo este patrimonio.

—¿Ser duquesa de Alba le ha proporcionado más ventajas o inconvenientes? —Las dos cosas. Lo peor es cuando te persiguen todo el día los periodistas. Lo llevo muy mal. Eso no es vida. Y la parte más buena es que te llaman para cosas bonitas.

—¿Qué le queda por hacer?

—He hecho todo lo que he querido. Lo último ha sido una escuela para niños en Calcuta. Pero no me gusta hablar de lo que hago. Nunca presumo de nada.

—¿Tiene miedo a la muerte?

—Un poquillo. Quiero morir bien. Me confieso a menudo y comulgo. Tengo personas allegadas... Pero como soy soltera, y Dios es muy bueno, creo que lo comprende.

No hay tiempo para más. Apenas unos minutos para posar ante la cámara de mi compañera Nieves. Tiempo suficiente para sacar varias cosas en claro. Que, aunque le cueste hablar, tiene una gran lucidez... y un fino sentido del humor. Que aún no ha olvidado a Jesús Aguirre, el gran amor de su vida. Que el patrimonio de la Casa de Alba está en buenas manos, y no permitirá que salga de la familia. Que es muy coqueta (no paraba de tirarse de la falda durante la entrevista para salir bien en las fotos). Aclara que es mentira lo que se dice acerca de que se ha operado de estética y nos dice que hoy la vemos vestida muy discreta, pero que en Ibiza este verano no lo iba tanto. Genio y figura, doña Cayetana. Abandonamos Dueñas y dejamos a las flores, tan ilusas ellas, que sigan pensando que es primavera en Sevilla.

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