La conferencia de Yaroslavl, que se celebra hoy con la presencia de Zapatero, servirá para hacer de altavoz a la ambición del Kremlin
Rusia pretende vincular a España a su plan de lograr una zona de influencia en Europa
REUTERS Un lanzamisiles Topol-M, durante el desfile militar del Día de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú el año pasado
Medvédev irá a la ONU a defender su proyecto europeo
La actual campaña de Rusia para conseguir el reconocimiento de que sigue siendo una gran potencia y de que es necesario respetar su zona de influencia tendrá uno de sus puntos culminantes durante la Asamblea General de Naciones Unidas, cuyos debates en la sesión plenaria comenzarán a partir del próximo día 23. El presidente Dmitri Medvédev será uno de los jefes de Estado que intervendrán.
Además de incidir en la importancia de que Rusia y Europa concluyan un nuevo pacto de seguridad, el presidente ruso hará lo propio en relación con la necesidad de llegar a un acuerdo con EE.UU. para la reducción de los arsenales nucleares.
Un acontecimiento poco habitual en el contexto de las relaciones internacionales tendrá hoy lugar en la ciudad rusa de Yaroslavl, situada a 250 kilómetros al noreste de Moscú. El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, será el principal huésped extranjero en la inauguración de la Conferencia Internacional sobre «Estado Contemporáneo y Seguridad Global», cuyo tema central de discusión será la creación de una nueva arquitectura de seguridad en Europa y a la que asisten también el primer ministro galo, François Fillon, y el antiguo jefe del Gobierno italiano, Romano Prodi.
El presidente ruso, Dmitri Medvédev, que celebra hoy su cumpleaños, ha invitado a Zapatero a Yaroslavl con la vista puesta en el primer semestre de 2010, cuando España presidirá la Unión Europea.
Y es que Rusia ha intensifica los esfuerzos para promover su idea de que hace falta un nuevo tratado de Yalta o una actualización de los acuerdos de Helsinki, mediante la consecución de un «pacto de seguridad en Europa». Ese tratado, según el columnista de «Nóvaya Gazeta» y analista militar Pável Felgenhauer, no sería ni más ni menos que «un nuevo reparto de las esferas de influencia» en el viejo continente.
El politólogo ucraniano Valeri Chali, sostiene, al igual que Felgenhauer, que la zona de influencia que reivindica Rusia es «toda la antigua Unión Soviética, a excepción de las tres repúblicas bálticas» (Estonia, Letonia y Lituania). Incluso en esa región, según Chali, Moscú «procura obtener dominio utilizando como palanca a la minoría rusa».
El diputado de «Rusia Unida» -el partido del actual primer ministro ruso, Vladímir Putin- Konstantín Zatulin, no oculta que «EE.UU. y Europa deben saber que Ucrania y el Cáucaso tienen para nosotros una gran importancia». Mijaíl Neizhmákov, experto del Instituto de la Globalización y los Movimientos Sociales de Moscú, añade a la zona de «intereses» rusa el Asia Central ex soviética. El motivo, según Neizhmákov, son los flujos de gas y petróleo hacia Europa.
El Kremlin desea además «parar la ampliación de la OTAN y establecer una zona gris en el centro y este de Europa -países del antiguo Pacto de Varsovia-, en donde no se pueda instalar infraestructura militar sin el consentimiento de Moscú», decía Felgenhauer en una reciente entrevista a este periódico. Según su opinión, se trata también de poner coto a las ayudas de ciertas organizaciones y gobiernos occidentales para propagar los valores democráticos en lo que Rusia considera su patio trasero con la intención de alejar cualquier posibilidad de contagio.
Ofensiva diplomática
La idea sobre la necesidad de una nueva «arquitectura de seguridad en Europa» la lanzó Medvédev el año pasado, inmediatamente después del conflicto militar protagonizado por sus tropas en las provincias georgianas de Osetia del Sur y Abjasia. La concretó en Evian (Francia) el 8 de octubre de 2008 y, desde entonces, no ha cesado de reiterar el ofrecimiento cada vez que ha tenido oportunidad.
Lo mismo ha hecho su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, quien volvía a la carga la semana pasada con un artículo en el diario «Rossiiskaya Gazeta» afirmando que el pacto debe ser «jurídicamente vinculante» y recoger «las nuevas realidades», en referencia al hecho de que Osetia del Sur y Abjasia, según él, son ya, de forma irreversible, «estados independientes».
Igor Jurgens, asesor del Kremlin, presidente del Instituto de Desarrollo Contemporáneo de Moscú y principal organizador de la Conferencia de Yaroslavl, defiende «la actualización de los acuerdos de Helsinki» y la necesidad de un pacto entre Rusia y la OTAN. «Después de lo sucedido con Kosovo, Osetia del Sur y Abjasia, ha quedado claro que lo que se acordó en Helsinki ha dejado de funcionar y necesitamos un nuevo marco que regule nuestras relaciones», considera Jurgens.
En la consecución de tal objetivo, aseguró durante la rueda de prensa de presentación de la conferencia de Yaroslavl, «damos una gran importancia a la presidencia española de la Unión Europea y confiamos en que sirva para avanzar en todos los terrenos, incluyendo la eliminación mutua de visados». El ministro de Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, se ha pronunciado repetidamente en apoyo de la iniciativa rusa sobre una nueva arquitectura de seguridad en Europa.

Enviar a:

¿qué es esto?


Más noticias sobre...
Facebook ABC.es