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La SGAE bonifica al Real con 100.000 euros por cada ópera que representa con sus partituras

El Real y el Liceo coproducen «El árbol de Diana» de Martín y Soler con ediciones distintas pues el teatro catalán no ha querido firmar un convenio de exclusividad con la entidad de gestión

La SGAE bonifica al Real con 100.000 euros por cada ópera que representa con sus partituras

«La SGAE ayuda al Teatro Real con un dinero muy importante, porque así ayuda al patrimonio musical español». Así de contundente y orgulloso se muestra Emilio Casares, director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU), en declaraciones a ABC. Creado al abrigo de la entidad de gestión (tiene su domicilio en los bajos de la sede central de la SGAE en la calle Fernando VI), el ICCMU, en cuyo Consejo Rector están también representados —además de la SGAE, en la persona de Eduardo Bautista— la Comunidad de Madrid, el Ministerio de Cultura y la Universidad de Complutense, tiene entre sus objetivos la recuperación y la difusión de obras de compositores españoles a través de la edición de sus partituras, inéditas o en malas condiciones para su interpretación. Un trabajo llevado a cabo por investigadores que después es editado por la empresa Iberautor, otro de los organismos creados por la SGAE.

Gracias a esta labor, numerosos títulos han sido programadas en escenarios españoles e internacionales. Y también gracias a ella, estas obras que no devengaban derechos de autor, muchas de ellas ya de dominio público, han vuelto a abrir la caja para cobrar un 10 por ciento a quien pretenda programarlas. A diferencia de títulos de nuevo cuño, que cobran derechos hasta 70 años después de la muerte del autor, «cuando se realiza una edición nueva de una partitura \[ya existente\] sólo se cobran derechos durante 25 años», explica el director del ICCMU. Mal negocio

Casares asegura que estos ingresos son muy pequeños en relación con la inversión que se realiza en la recuperación del patrimonio musical español: «El año pasado invertimos 400.000 euros y sólo recuperamos 93.000 euros. Esto es muy mal negocio desde el punto de vista monetario porque las obras no se convierten en repertorio ya que se representan una sola vez». El director del ICCMU se confiesa partidario de «ayudar a los teatros que programan repertorio español». Así que «cada vez que se estrena una ópera española en el Real la SGAE colabora con una importante cantidad de dinero. Cuando se programó “El burbero di buon cuore”, de Martín y Soler, en la edición de Leonardo Waisman —máximo especialista en este compositor—, se le dieron 100.000 euros», recuerda.

Una cantidad «similar» es la que recibirá el teatro madrileño por estrenar el próximo mes de marzo la ópera «El árbol de Diana», también del compositor valenciano, realizada en coproducción con el Liceo de Barcelona. Esto lleva a pensar que este tipo de incentivos debería repercutir de igual manera en todos los espacios que programan nuestro repertorio, pero no es así. A la pregunta de si el Liceo recibirá una cantidad similar tras estrenar la ópera de Martín y Soler el próximo 3 de octubre, la respuesta es no. ¿Por qué? «Porque ellos no programan nuestra edición», justifica Casares sin titubear. «No se ayuda a ediciones que no hemos hecho nosotros».

Casares afirma que esta operación no tiene ningún ánimo de lucro, «en el mejor de los casos sale lo comido por lo servido». En el caso del Real se abonan 100.000 euros como bonificación y una cantidad similar regresa a las arcas de la SGAE en concepto de derechos de autor. Según el director del ICCMU, el dinero que se reembolsa la entidad «es muy poquito, y todo el que nos llega en ese concepto se vuelve a reinvertir al año siguiente en más ediciones». Fuentes consultadas por ABC, y que prefieren no desvelar su nombre, apuntan que con pocas funciones ya se recupera la inversión. En el caso de «El árbol de Diana» hay que señalar que la edición realizada por el ICCMU ya se ha programado en teatros de Alemania, Suiza y, la temporada pasada, en el Palau de les Arts deValencia.

Una ópera, dos ediciones

No deja de resultar curioso que dos teatros sumen esfuerzos para compartir gastos y llevar adelante una coproducción, pero que, sin embargo, cada uno de ellos invierta por separado en la realización de una edición nueva de la partitura. Mientras el Real programará la del ICCMU —también de Waisman—, el Liceo ha optado por realizar la suya, para lo que ha recurrido a la ayuda de la Editorial Tritó.

Frente a los 40.000 o 45.000 euros que ha costado la del ICCMU, la del teatro catalán parece no haber alcanzado ni de lejos ese coste. «En este caso el trabajo de investigación no ha sido tan arduo como otras veces pues los materiales, en bastantes buenas condiciones, se encontraban al alcance de cualquiera en la Biblioteca Nacional de Viena —explica una fuente de Tritó—. El trabajo ha consistido principalmente en pasarlo a limpio y “revisarlo” para no incurrir en errores». Algo de lo que no está libre nadie. El mismo Casares reconocía a ABC que la edición de «El árbol de Diana» realizada por el ICCMU «tenía 10 o 12 erratas pero ya las hemos corregido».

Asimismo confiesa que la iniciativa del teatro barcelonés, de realizar su propia edición, le «sorprendió, porque no es tarea de un teatro realizar esta labor». Aunque oficialmente no acusa al Liceo de haber copiado su edición, no duda en afirmar que «cuando ya existe una primera es más fácil hacer la segunda». Y asegura que en los ensayos de «El árbol de Diana», que se están celebrando estos días en Barcelona, los intérpretes están utilizando «nuestra partitura de canto y piano», que, según Casares, no devenga derechos de autor, no así los materiales orquestales que sí pagarían en caso de utilizar la edición del ICCMU. «El Liceo ya dispone de ellos, tanto de los de canto y piano como de los de orquesta —asegura Tritó—. Cuando se hace una edición se entregan todos los materiales».

El uso de distintas ediciones —para una misma coproducción— por parte de ambos teatros es al parecer consecuencia de un acuerdo entre el Real y la SGAE. Según ha podido saber este periódico la remuneración que recibe el coliseo madrileño está contemplada en un convenio suscrito entre ambas entidades, por el cual cuando el Real programe una ópera española, éste se compromete a utilizar la edición realizada por el ICCMU y no otra. A cambio, recibirá una bonificación económica. Dicho convenio, sin embargo, no ha sido firmado por el Liceo que ha preferido realizar su propia edición y no tener que pagar a terceros. Lo cierto es que al teatro catalán no le saldría a cuenta, pues debería abonar más dinero en concepto de derechos de autor que el teatro madrileño pues programa más representaciones y su aforo es bastante mayor al de éste.

Emilio Casares confiesa a ABC estar «muy agradecido al Teatro Real, con que el que estamos a punto de hacer una sexta ópera. También estamos preparando otra para la Quincena Donostiarra —“Fernando, el emplazado”, de Zubiaurre—», adelanta. Estos son dos de los proyectos de una larga lista en los que está inmerso el ICCMU durante los próximos años, y que incluye, entre otras, la reedición de otras partituras de Martín y Soler, Saldoni y José de Nebra.

Anticipándose a cualquier crítica, Emilio Casares concluye afirmando que la labor que está realizando el ICCMU, lejos de tener objetivos de lucro, «es la cosa más limpia y heroica que se puede hacer. Y yo —subraya con vehemencia— no soy de la SGAE, soy de la Complutense», puntualiza el director del ICCMU por si alguien tenía alguna duda.

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