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La fraseología argentina, recogida en un diccionario

Si «fumás como un murciélago» porque se te «canta», no habrá «mano de Dios» que pueda evitar que te «vayas al tacho», diría un «argento» (argentino) que se precie, y que estará de enhorabuena cuando el año próximo se publique un diccionario con expresiones típicas de este país suramericano.

La frase, que significa algo así como: «si fumas mucho porque te apetece, no habrá voluntad divina que evite que te mueras», es una de las que podrían hacerse con las más de 8.000 entradas y 11.000 acepciones del Diccionario Fraseológico del Habla Argentina, que verá la luz en abril de 2010 .

La obra, editada por el sello Emecé, será una de las contribuciones de la Academia Argentina de Letras (AAL) al bicentenario de la revolución del 25 de mayo de 1810, antecedente de la independencia.

Consejos para no «irse al humo»

«Vengo juntando frases desde hace más de dos décadas y en un momento decidí sistematizar el trabajo para dar origen a este diccionario», asegura el presidente de la AAL, Pedro Luis Barcia, en una entrevista con Efe.

Barcia, quien ha contado con la colaboración de su discípula Gabriela Pauer, aclara que este diccionario es «contrastivo», en el sentido de que lo que contiene no se usa en España.

«Pero de ninguna manera la obra pretende la confrontación con lo español, sino que, en el contraste, intenta ver qué hemos aportado nosotros a la lengua común, en qué la hemos sabido enriquecer», comenta.

Barcia destaca que muchas de las expresiones del diccionario son de uso compartido con otros países de Hispanoamérica, sobre todo con los vecinos Uruguay y Paraguay.

Una «enorme cantidad» de ellas, señala, son comunes con España, como «a borbotones», «a brazo partido», «a calzón quitado», «a cara de perro», «a falta de pan buenas son las tortas», «a flor de piel», «a la enésima potencia», «a otro perro con ese hueso», «alborotarse el gallinero», «año sabático» o «aquí hay gato encerrado».

Otras son de vida centenaria en Argentina, precisa, como «donde el diablo perdió el poncho» (en el último confín), «andar de capa caída» (estar desmoralizado), «pelar el facón» (sacar el cuchillo) o «armar quilombo» (hacer lío).

El diccionario contiene frases enteras, como «andá a decírselo a Magoya» (ve a reclamarle a alguien inexistente), «quedar en Pampa y la vía» (estar quebrado económicamente), «tirame las agujas» (dame la hora) o «irse al humo» (actuar con prepotencia).

También comparaciones, como «al pedo como timbre de panteón» o sus variantes «al pedo como cenicero de moto» o «al pedo como teta de monja», e incluso frases «muy divertidas», según el catedrático, como «metele que son pasteles» (apúrate), «guarda que se viene la maroma» (cuidado que se viene el lío) o «llorar la carta» (lamentarse).

Además, Barcia subraya el «gran aporte» de las «observaciones», que incluyen comentarios sobre el origen de las locuciones. «Ésta es la ventanita que da vida a la obra, que la aparta de ser un diccionario lingüístico para pasar a ser un diccionario con comentario enciclopédico», asegura.

El académico destaca que «no ha habido compilaciones de este tipo en América» y apunta que la obra «pretende ser un homenaje a la creatividad del pueblo argentino en su manejo de la lengua común, el español».

«El diccionario prueba que no hemos sido malos administradores de esa fortuna, la lengua heredada. Al contrario: la hemos acrecido», añade.

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