De «perro rabioso» de Oriente Medio a «aliado de Occidente»
Despreciado en la década de los 80, aunque aceptado en la actualidad, pocos personajes como el mandatario libio Muamar Gadafi ejemplifican de mejor manera el maniqueísmo que en el último siglo ha sufrido África. Desde que el 1 de septiembre de 1969 encabezara un golpe ... de Estado que puso fin al reinado de Idris, el «Guía de la Revolución» ha sido expuesto a sanciones por parte de la ONU, a bombardeos del Ejército estadounidense -que terminaron con la vida de una de sus hijas- o a las acusaciones de ser el máximo financiero del islamismo radical.
Unos hechos convertidos hoy en papel mojado. Gadafi ha pasado de ser el «perro rabioso de Oriente Medio» -como fue calificado a principios de los 80 por el ex presidente estadounidense Ronald Reagan- a uno de los «aliados estratégicos» de Occidente.
La apertura hacia el exterior que la Libia de Gadafi -un beduino que abrazó las enseñanzas del «socialismo panafricano» de Nasser- ha emprendido en la última década resultan evidentes, no así su política interna. Atrás quedan los años en los que su país era el centro de operaciones de los islamistas que combatían en Sierra Leona o Chad y apreciaban su obra -«Libro Verde»- como el símbolo del panafricanismo radical.
Tras cesar en sus esfuerzos por acumular armas de destrucción masiva y comprobar que Libia disponía del 3,3 por ciento de las reservas mundiales de crudo -una carta negociadora aún más poderosa que el «socialismo árabe»- el mandatario ofreció en 2002 una compensación de diez millones de dólares a cada víctima del atentado que en 1988 costó la vida a 270 personas en Lockerbie (Escocia). Una limosna política que puso fin a las sanciones de la ONU de la última década.
Desde ese momento ya poco importa que el «Guía de la Revolución» emplee un discurso beligerante en su recién adquirido papel de presidente de la Unión Africana, o que uno de sus hijos sea detenido en Suiza por agredir a una mujer. Basta con que Trípoli corte el suministro de petróleo para que la tranquilidad vuelva a casa de los Gadafi.
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