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Tautologías

EN El Correo del pasado viernes, Joseba Arregi plantea una interesante serie de preguntas que deja sin respuesta o, mejor dicho, con una tautología que obliga a seguir preguntando. ¿Por qué ETA no desapareció con la transición a la democracia? Porque la sociedad vasca, o una parte muy significativa de la sociedad vasca, ha derrochado tolerancia y comprensión con los terroristas. La cuestión que habría que formular a continuación es, obviamente, a qué se ha debido tanta comprensión. Con todo, las preguntas de Arregi son muy pertinentes, y sus respuestas tautológicas, nada vanas, porque, al menos, impiden desviarse por los vericuetos estúpidos que tanto gustan a los nacionalistas, como aquellos de la opresión nacional, cultural, lingüística y majaderías similares. Arregi plantea sus preguntas con rigor y valentía, y, desde luego, una de ellas encubre la respuesta del millón. Quien sabe preguntar, responde preguntando, y es lo que Arregi consigue -una respuesta redonda- al preguntar qué hace el PNV a estas alturas reclamando una independencia nacional vasca como si fuera un derecho natural perseguido y negado por España, y no, añado yo por mi cuenta, una solemne gilipollez inventada a finales del siglo XIX por un par de señoritos resentidos que nunca dieron un palo al agua por no cansarse. Lo que hace el PNV es bastante evidente para quien quiera verlo: seguir suministrando comprensión y coartadas sentimentales a ETA. O, en otras palabras, facilitar la labor de los corruptores de menores que reclutan nuevos terroristas para la banda. Como bien dice Arregi, ya se ha hecho tarde para sostener que la reivindicación de la independencia es inocente y no tiene conexión alguna con el terrorismo. Cincuenta años y un millar de asesinados demuestran lo contrario.

Hace ya muchos años, cuando los ciudadanos muertos a manos ETA no iban ni por la mitad, propuse otra tautología: ETA mata porque en el País Vasco hay mucho asesino suelto. Es cierto que las tautologías son preguntas redundantes, preguntas disfrazadas de respuesta, pero, al suscitar nuevas preguntas, van iluminando a los que de verdad quieren enterarse de lo que se juegan en la respuesta y evitan mirar con fijeza paranoica el dedo que señala la luna. Una tautología como la última mencionada plantea una cuestión tan marginal al devaneo ideológico como las sensatísimas preguntas del artículo de Arregi: ¿por qué el País Vasco ha producido tanto asesino en estos cincuenta años? La Audiencia Nacional ha condenado muy recientemente a un anciano dirigente nacionalista, padre y tío de etarras, por negar la condición de asesinos de los asesinos de ETA. No discuto la sentencia, pero me temo que es lo que piensa todavía hoy la mayoría de los nacionalistas vascos, aunque no se atrevan a decirlo. Que matar por la independencia de Euskadi, Euskal Herria o como quiera que llamen al delirio de Sabino Arana, no es asesinar, sino matar en legítima defensa de la patria oprimida. Si se les preguntase en qué se manifiesta tal opresión, algunos aducirían ciertas paridas coyunturales, como, por ejemplo, que el PSE y el PP vascos, teledirigidos desde Madrid, han echado al PNV del gobierno autónomo (obviando el insignificante detalle de que esa ha sido la voluntad democrática de la mayoría de los vascos), pero todos aludirían a la existencia, en las cárceles españolas, de un montón de presos vascos que, al parecer, no merecen lo que les pasa. O sea, que Euskadi está oprimida porque hay gente que mata por Euskadi. Típica tautología de pederasta: sabiendo cómo soy, no me pongan delante niños ni guardias civiles.

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