ETA buscó una matanza de niños y guardias civiles con una bomba de 200 kilos en Burgos
ETA persiste en su estrategia de forzar una negociación con el Gobierno poniendo sobre la mesa el mayor número de muertos posibles. Pese a que desde el Ejecutivo, escarmentado del llamado «proceso de paz», se afirma que ya no cabe ningún tipo de diálogo, ETA ... insistió en dar un paso hacia ese objetivo con una furgoneta cargada con unos 200 kilos de explosivo destinada a causar una matanza en el cuartel de la Guardia Civil de Burgos. De hecho en el momento de la explosión, las 4 de la madrugada, había en el edificio 120 personas, de ellas 41 niños. Entre los 64 heridos se encuentran 6 pequeños y dos embarazadas.
La banda puso todo su empeño y medios para causar el mayor daño. Su plan era lograr una «acumulación» de cadáveres dos días antes de cumplir 50 años, en los que no ha alcanzado ninguna de sus quimeras independentistas, aunque su existencia esté teniendo un elevadísimo coste: 856 personas asesinadas.
No satisfecha de sangre y dolor, la bestia etarra quiso aumentar esa cifra. Para garantizarse el éxito, los criminales programaron el estallido de la furgoneta bomba a las 4 de la madrugada y de esta forma sorprender a los guardias civiles y allegados en pleno sueño. Se aseguraban así un mayor número de víctimas. Pero ayer una parte de las noventa familias que viven en la casa-cuartel de catorce plantas se encontraba de vacaciones.
En la planificación del atentado pusieron especial cuidado en la falsificación de la matrícula del vehículo, una furgoneta Mercedes Vito de color blanco, que iban a usar como bomba. Por ello, le colocaron una placa correspondiente a otra del mismo modelo y matriculada en Burgos. Buscaron el mejor camuflaje porque era fácil prever que al colocarlo con bastante antelación y a unos veinte metros del cuartel la matrícula podía ser cotejada por agentes del cuartel. Como así fue. Comprobaron que los datos coincidían con los de un vecino.
Fueron las cámaras de seguridad instaladas en el perímetro de la Comandancia las que captaron el momento en el que los etarras estacionaron la máquina mortífera en una explanada, sin urbanizar, situada en la parte trasera del edificio, en un lateral de la calle Jerez. Ese descampado es utilizado por los vecinos para estacionar sus vehículos, por lo que la furgoneta bomba no llamó la atención.
Los criminales estacionaron la furgoneta a las dos y cuarto de la tarde del martes, es decir, catorce horas antes de que el estallido de los 200 kilos de explosivo destruyera parte de la fachada que forman los catorce pisos de la Comandancia. De la potencia de la explosión es buen botón de muestra el cráter originado en el lugar de los hechos: dos metros de profundidad por siete de diámetro. La onda expansiva alcanzó a los edificios próximos, hasta el hospital General Yagüe -donde fueron atendidas parte de las víctimas-, situado a unos 500 metros.
Las cámaras de seguridad de la Comandancia han grabado también el momento en el que dos individuos, tras dar varias vueltas alrededor de la Comandancia hasta encontrar el lugar que consideraron idóneo, estacionaron la furgoneta Mercedes en la explanada de tierra situada detrás del edificio. A continuación programaron con un temporizador la bomba para que estallara a las 4 de la madrugada y después se dirigieron andando hacia un turismo, cuyo conductor les esperaba para darse a la fuga. Según parece, ese preciso momento, el de la huida, habría quedado fuera del campo de visión de las cámaras. Los terroristas se marcharon y no avisaron de la colocación de la furgoneta bomba, un procedimiento habitual en ETA cuando su objetivo son las Fuerzas de Seguridad.
La Comandancia de Burgos, así como otras instalaciones policiales, se encontraba en alerta máxima al contarse con informaciones que apuntaban la posibilidad de que ETA podría tener tres furgonetas. una Renault Kangoo blanca, una Mercedes Vito verde y y una Citroen Berlingo blanca o verde. Estos datos habrían sido obtenidos por la Guardia Civil en seguimientos a los etarras Asier Borrero, Itziar Plaza e Iurgi Garitagoitia, detenidos el pasado 4 de julio en Pau (Francia). También en territorio galo se cree que fue robada la furgoneta Mercedes de color blanco -la buscada era verde- utilizada en el atentado de ayer. Se sospecha que pudo ser sustraída el pasado 10 de abril y preparada como bomba en un taller situado en Francia, del que habrían salido la mayoría de los coches bombas colocados por la banda desde la ruptura de la tregua.
Máxima alerta
Además de por las sospechas que había sobre las tres furgonetas, la Comandancia se encontraba en alerta especial desde hace un año. De hecho la primera planta del edificio no estaba ocupada como medida de seguridad. Y es que el miembro del «comando Vizcaya» Iñigo Gutiérrez realizó el año pasado varias vigilancias a esta instalación. Fue el jefe de este grupo, Arkaitz Goikoetxea, quien, siguiendo instrucciones de Garikoitz Aspaizu, «Txeroki», encargó a Gutiérrez que se desplazara a Burgos para recoger informaciones de posibles objetivos. Entre los datos que recopiló y que luego entregó a Goikoetxea -detenido el 22 de julio de 2008 por la Guardia Civil- había unos relativos a la Comandancia de Burgos y al Museo Militar de esta ciudad.
El «informador» Gutiérrez se encuentra desde el 27 de julio de 2008 en prisión preventiva por formar parte de un grupo «satélite» del «comando Vizcaya».
A este grupo criminal también pertenecerían los tres individuos que intentaron causar la matanza. Un minuto después del estallido, la Guardia Civil se puso manos a la obra para capturar a esas bestias etarras.
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