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La tortuga y la entrenadora

La tortuga y la entrenadora

José María Aznar ha sucedido a Ana Obregón en el posado veraniego en bañador. Es verdad que Aznar no posa adrede convocando a la prensa y haciendo posturitas, pero lo pillan. A él y a su torso musculado (además, hay esposa, nietos, manguitos y otros accesorios). Se ha convertido en un clásico estival. Esta temporada, la primera imagen del ex presidente del Gobierno español ha sido, como suele ser habitual en los últimos años, en zona vip italiana, en Cerdeña, en la playa del Cala Di Volpe (y no vamos a discutir ahora si Capri es más caro, Portofino más estirado o si ambos son más finos que Cerdeña porque ya no quedan sitios públicos finos; otra cosa son los casoplones de la gente).

En el « Corriere della Sera » titulan así la captura del cuerpo serrano: «La tortuga de Aznar» (tartaruga, tortuga, es como los italianos llaman a nuestra tableta de chocolate). Y ponen al lado una foto del año 2000 con el entonces no tan cachas político saliendo del mar para que se vea la diferencia y lo que le han cundido los abdominales. Si Adriano Celentano tenía «24.000 baci», José María Aznar tiene ahí un poso de abdominales mucho mayor.

La diferencia es considerable. Por los músculos. Por la playa. Por el color (blancuzco en 2000, requetebronceado en 2009). Por el reloj (a no ser que alguna de las fotos esté al revés, antes lo llevaba en la izquierda, y ahora, más regio, lo carga en la derecha). Por el pelo. Quizá sea debido al moreno, pero los pelos que se le veían hace nueve años no se le ven ahora (los del bigote, los del pecho y los de alrederor del ombligo, por donde se marca la casita de la tortuga). Por no hablar del bañador,que también ha progresado adecuadamente.

Coincide el posado de Aznar con el vahído nada romántico de Sarkozy, otro vigoréxico, y con una nueva foto gore de Madonna, mamá y sus increíbles músculos. Los cincuentañeros, celebridades o no, son los peores a la hora de sacar músculo. Se lo toman más en serio (o a pecho) que Cristiano Ronaldo. La de Madonna, en el «Daily Mail», es una de esas fotografías en las que sus brazos dan miedo, mucho miedo. Uf, hay más venas, músculos y tendones a la vista en los brazos de la cantante que futbolistas en la plantilla del Real Madrid.

A Sarkozy lo tumbó el calor y el sobreesfuerzo . Una lipotimia después de correr durante 45 minutos. Cuando yo corro 45 minutos (que sólo es si estoy enganchada a una película o a algo en la tele), luego la cinta de correr, si es de las viejas, más enrolladas, me dice «Crazy running». Bajo el sol (aunque sea de Versalles) me diría qué donde demonios creo que voy. Pobre Sarkozy. Aunque esté perfectamente de salud. Para un vigoréxico exhibicionista, que tu lipotimia sea noticia mundial debe de ser un golpe muy duro en la autoestima juvenil. Muchísimo más duro que el que Pipi Estrada te patee estando en el suelo.

Sobre todo cuando algún medio se ha cuestionado (vale, antes de seguir diré que el medio es el «Mirror»), y sólo hay que soltar la liebre, si los esfuerzos del presidente francés por estar tan delgado y tan en forma como su esposa no lo habrán llevado al colapso. Anda, como si no hubiéramos conocido corriendo a Sarkozy antes de que él conociera a Carla Bruni (en este sentido sus trotes publicos le benefician).

Pero según el «Mirror», Bruni es culpable de haberle presentado a Julie Imperiali, la entrenadora de 26 años que ha conseguido que el presidente francés pierda peso y luzca más estilizado. Vaya, Carla Bruni no sólo lo pone a ver películas de Visconti y Fellini (como contó In_s de la Fresange). Imperiali, que está especializada en fortalecer el suelo pélvico y en controlar la dieta, ya dijo hace tiempo que el cuerpo de Sarkozy había cambiado y que era un alumno ideal porque siempre estaba motivado. También que fortalecer el suelo pélvico ayuda a mejorar la vida sexual de sus clientes. Eso sin señalar.

Al parecer (vuelvo al «Mirror»), la entrenadora presidencial dijo a Sarkozy que tenía que perder 4 kilos y dos tallas de pantalones. Conclusión: mucho ejercicio, comer poco y trabajar mucho han llevado al marido de Carla y a su tortuga al hospital. Sólo falta que ahora se pongan a perseguir a la entrenadora como al médico de Michael Jackson.

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