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La fruta experimental

La fruta tiene en Caspe una nueva dimensión. A la elevada producción frutera de la zona, se ha sumado un centro de experimentación que se ha convertido en un referente a nivel nacional.

Se trata de ocho hectáreas de regadío en los que se investigan nuevas técnicas para mejorar la rentabilidad de las explotaciones fruteras. Hectáreas en las que se produce melocotones, nectarinas, albaricoques, cerezas y ciruelas.

Conocer cuáles son las variedades más rentables o cuál es el tipo de riego adecuado para cada planta son algunos de los puntos que se investigan en esta finca experimental de Caspe.

Gracias a este centro, los cultivos leñosos, frutales, olivo y almendro adquieren en Aragón una gran relevancia, no sólo económica, como apoyo a otras actividades, sino también social, ya que supone un importante soporte para el mantenimiento de la población rural, del territorio y la conservación del medio natural.

Además, el dinero que mueve la investigación supone una importante inyección económica para una región en la que la agricultura, y sobre todo la producción de fruta, sigue siendo el pilar fundamental.

En los últimos años, la creciente demanda de los consumidores de una mayor diferenciación de la calidad y seguridad de las frutas han convertido a la investigación y la experimentación en procesos clave.

Es así como surge la idea de crear en Caspe un centro de referencia en la experimentación de la fruta. En concreto, un grupo de productores de fruta y entidades asociativas de la Comarca del Bajo Aragón-Caspe fueron los que plantearon a los Ayuntamiento de Caspe y al Gobierno de Aragón la puesta en marcha de una finca experimental.

Su función es evaluar «in situ» el material vegetal, así como desarrollar nuevas técnicas de referencia en el sector. Además, también busca la participación activa de todos los implicados en la planificación, gestión y desarrollo del proyecto.

De secano a regadío

La finca se ubica en el paraje denominado «Mas de la Punta», en el término municipal de Caspe. Es propiedad del Ayuntamiento, y para ponerla en marcha fue necesario transformar una superficie de unas ocho hectáreas de secano en regadío. Estas ocho hectáreas son las que están dedicadas a la experimentación y transferencia de tecnología en cultivos leñosos.

Dotada con las más avanzadas técnicas y medios de producción, la finca permitirá evaluar en las condiciones climáticas y de suelo de la zona, tanto el material vegetal, como todas aquellas técnicas de vanguardia que hagan posible la elección de alternativas para mejorar la rentabilidad de las explotaciones, el respeto al medio ambiente y la seguridad del consumidor.

El convenio para la puesta en marcha de este nuevo centro se formalizó en el año 2001, y ahora ya es una realidad. El Departamento de Agricultura del Gobierno de Aragón, el Ayuntamiento de Caspe y la Asociación Profesional de Fruticultores de la Comarca de Caspe (Afrucas) son las entidades que han colaborado para que este proyecto salga adelante.

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